Los pasados días 13 y 14 de octubre tuvo lugar el segundo Encuentro Cultura y Ciudadanía, organizado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Me enteré de este evento a través de una entrevista a Rogelio López Cuenca en Radio 3 y sentí curiosidad.
Mas de cuatrocientos participantes, casi cien especialistas, debates, presentación de proyectos (elegidos entre mas de trescientos presentados), experiencias, mesas de trabajo, herramientas, talleres, prácticas… Invitados a participar: gestores, responsables públicos, creadores, investigadores, educadores, profesionales… también asociaciones y colectivos relacionados con la cultura (Tercer Sector Cultural).
En esta ocasión se ha centrado el debate del encuentro en «los territorios culturales» en el análisis de la relación de la cultura con el contexto en que surge y se desarrolla, en el potencial transformador que la cultura tiene desde el punto de vista social y económico.
Muchas veces he abordado en artículos cuestiones sobre las relaciones del teatro en nuestro territorio, la Comunidad Foral de Navarra y me hubiera gustado conocer de primera mano qué se piensa, se propone, proyecta o avanza en los modelos de gestión de las políticas culturales. Uno de los objetivos del encuentro ha sido «repensar el binomio público-privado y sus relaciones con la ciudadanía y el tercer sector».
Este tipo de actividades me parece interesante, he participado en alguna de estas características y siempre se abren nuevas perspectivas, surgen ideas sobre nuevos proyectos o para mejorar el contenido de los que tenemos en marcha pero me pesa la sensación de que la singularidad navarra  se interpone dificultando la superación de debates eternos y estructuras inmovilistas.
No cabe la menor duda de que el teatro amateur es un espacio terciarizado y mixto desde el punto de vista cultural y económico que desarrolla su actividad en diálogo constante con la ciudadanía de la que surge por lo que tiene gran importancia la dimensión territorial de su aportación a la cultura. Una reflexión sobre las relaciones del territorio y la cultura parece que no sería completa si obviara la presencia del teatro amateur y sus programas; pero no he visto en ninguna de las ponencias  o proyectos presentados en este encuentro una referencia ni participación de representantes de este movimiento cultural de base.
Quizás debamos repensar internamente si lo que proponemos en nuestras organizaciones: Festivales, Muestras, Certámenes, conferencias, talleres… tiene suficiente interés público o si somos portadores de un discurso cultural que debemos revisar y actualizar para convencer y dejar de ser periférico.
En el Estado Español, hay numerosas iniciativas públicas y asociativas con apoyo de las administraciones  que tienen amplio arraigo e indiscutible interés. Escenamateur ha contribuido sin duda a poner en valor estas iniciativas, a fortalecer el tejido asociativo e impulsar la presencia del teatro amateur en los ámbitos institucionales.  Un ejemplo de ello son los circuitos de intercambios, los foros de Festivales con Sello de Calidad Escenamateur, los convenios con la Sociedad General de Autores o su participación en el Consejo Estatal de las Artes Escénicas y de la Música.
En Navarra, Escenamateur también ayudó a consolidar el proyecto asociativo de la Federación Navarra de Teatro Amateur y desde esta se pudieron gestar nuevos proyectos como la Muestra Navarra de Teatro Amateur que dieron un importante impulso al teatro de base en nuestra comunidad; pero la falta de apoyo institucional no solo del Gobierno de Navarra sino de ayuntamientos y gestores culturales, y la falta de resolución interna, ponen en peligro el proyecto sin que se den condiciones para generar nuevas iniciativas.
En los planes estratégicos y participativos que se vienen promoviendo en nuestra Comunidad Foral parece que la participación del teatro de base es secundaria, haciendo dejación de las responsabilidades públicas en este terreno cultural a los ayuntamientos. El diálogo con la administración y los gestores culturales no ha sido fructífero y un proyecto como la Muestra Navarra de Teatro Amateur, altamente valorado técnicamente, que pretendía abrir la red de espacios escénicos que dispone nuestra comunidad a la aportación del teatro asociativo, llevar el teatro a espacios, localidades y público con dificultades de acceso a la cultura, fortalecer a las asociaciones en sus objetivos artísticos y culturales… no ha encontrado el suficiente apoyo institucional.
En el territorio es donde reside la singularidad cultural que contribuye a enriquecer la colectividad y si miramos a otras comunidades podemos encontrar ejemplos de dignificación del teatro amateur que cuentan con el compromiso asociativo, profesional y de la administración. Yo pondría solo un par de ejemplos de articulación de espacios para la distribución del teatro territorial:
La Red de Teatro Amateur de Extremadura que abarca 34 municipios, organizada por la Federación de Asociaciones de Teatro de Extremadura (Fatex) y la Asociación de Universidades Populares de Extremadura (Aupex), con la colaboración de la Junta de Extremadura y ayuntamientos.
Otro ejemplo es la federación de Ateneos de Cataluña que lidera el proyecto Espai A, un circuito de artes escénicas amateurs con el objetivo de crear una programación estable de las artes escénicas no profesionales en todo el territorio. Entre sus objetivos aparte de ofrecer canales de distribución a las producciones amateurs, se ofrece como puente entre administraciones y entidades para programar actividades de carácter formativo que refuerce el trabajo de las asociaciones culturales catalanas.

Cualquiera de estas fórmulas colaborativas podía servir de ejemplo para abordar con seriedad los problemas del teatro amateur navarro. Un teatro que sobrevive a duras penas gracias a la pasión, esfuerzo y buen hacer de muchos aficionados y profesionales del teatro, al apoyo del público, de otros tejidos asociativos y el de algunos ayuntamientos que reconocen la labor cultural, no solo en formación y educación de públicos, de sus grupos locales.
Resulta más que paradógico, inconcebible, que en unos momentos de mayor vitalidad del teatro amateur navarro, con mayor proyección fuera de nuestra comunidad, siendo seleccionado en Festivales y Muestras a nivel nacional, obteniendo premios y reconocimientos y existiendo una red de infraestructuras envidiable por otras comunidades, nos encontremos con mayores dificultades económicas, de distribución y muestra digna de nuestros trabajos.
Si no se restablece un diálogo fluido con la administración y los agentes culturales, que ponga en cuestión y en valor todo lo que el teatro amateur ha contribuído, contribuye y puede contribuir al desarrollo cultural de nuestra comunidad; al teatro amateur le queda la sensación de ser solamente valorado por ofrecer «teatro barato», que llena las agendas culturales.
Repensemos pues nuestra relación con el territorio, con la ciudadanía, las instituciones y agentes que la representan para llenar de contenido la aportación del teatro del tercer sector en nuestra comunidad, superando controversias entre distintas propuestas y sectores para que el objetivo común de dignificar el teatro y la cultura mejore sus perspectivas.

Javier Salvo