En 2016 he asistido a 213 representaciones teatrales de 207 obras diferentes (porque, por distintos motivos, he tenido que asistir en dos ocasiones a un mismo espectáculo). Una cifra elevadísima gracias a mi presencia en seis ferias de teatro diferentes, lo que te permite ver un mismo día varias obras de teatro (MADFeria de Madrid, Fetén de Gijón, DFeria de San Sebastián, Títeres de Lleida, Alcoi y Huesca). Por diversos motivos, este año 2017 no me acercaré ni de lejos a la cifra y espero volver a las mías habituales, de en torno a 100 representaciones al año como máximo.

He podido comprobar la alta calidad media de muchos espectáculos, aunque no he asistido a nada epatante, inolvidable, que se te impregne en el recuerdo como un acontecimiento memorable. Aquí va mi top.

TEATRO FORMATO GRANDE. Cervantina de Ron La La, Ricardo III de Noviembre Teatro, el Hamlet de Miguel del Arco, Incendios, dirigida por Mario Gas, con Nuria Espert, y Ser-ho o no, con Josep María Flotats. Las dos primeras en el Festival de Olite, otras dos en el Teatro Gayarre y la última, en catalán, en Alcoi. Está programada para el 5 de febrero en el Gayarre en castellano.

TEATRO FORMATO MEDIANO Y PEQUEÑO. En clave de comedia, Desde aquí veo la plaza sucia, de Club Caníbal, que sorprende que nadie haya programado en Navarra; Fuera de juego, de Borobil; El rey, de Alberto San Juan con Teatro del Barrio; Acorar, de Producciones del Ferro, en catalán; la divertidima y concentrada adaptación de Electra de Teatro do Chapitó de Lisboa; y Tartufo, el impostor, de Venezia Teatro, con un final sorprendente que muestra la calidad de esta compañía emergente, y El minuto del payaso, de Teatro del Zurdo, un monólogo de altura de José Ramón Fernández interpretado de forma extraordinaria por Luis Bermejo (que también lo borda como Juan Carlos I en El Rey).

Dramas de calidad que he visto han sido Taxidermia de un gorrión, de Kulunka, sobre la vida de Edith Piaf; Llopis, de La Teta Calva, grupo valenciano al que hay que seguir con interés y que todavía, sorprendentemente no ha sido visto en Navarra; El disco de cristal, de Secun de la Rosa, delicioso y doloroso a la vez; y Reikiavik, de Juan Mayorga.

En el apartado de clásicos, el excelente Triunfo de amor de Nao d’amores.

Y, en el registro trágico, dos obras valientes que abordan la violencia terrorista: Proyecto 43-2 con La mirada del otro, y Teatro Fórum con Y tú, ¿qué?

TEATRO HECHO POR NAVARROS. Poco de proyección nacional hecho aquí, aunque muchos artistas navarros muy bien colocados en Madrid. A destacar Amores minúsculos, adaptado y dirigido por Iñaki Nieto, de Los Arcos, espectáculo revelación en el off madrileño; La cicatriz, donde actúa la tafallesa Adriana Salvo, y el grupo joven de Mutilva Otro mundo, que presentó Azul, dirigido por Iratxe García Úriz, y ganó el certamen navarro de teatro joven.

TÍTERES. La compañía francesa La perdué con Tría Fata y los brasileños de Pigmaliao, con La filosofía en el tocador. Títeres para adultos de gran calidad.

PARA PÚBLICO FAMILIAR. Excelente la compañía vasca Marie de Jong con Amour, teatro de máscara de cuerpo entero; el Moby Dick de Gorakada, y para jóvenes, los argentinos de la Compañía Criolla con Romeo y Julieta de bolsillo.

DANZA. Lo más interesante, para mí, Tormenta de la compañía Cielo raso; Oskara, de Kukai, que ha dado un salto de calidad dirigidos por Marcos Morau de La Veronal; Losdedae con Teresa (Ora el alma), y Sharon Friedman, coreógrafo israelí afincado en España con All ways.