Compañía: La Nave. Autor: Miguel Munárriz. Intérpretes: Miguel Munárriz, Marta Juániz. Lugar y fecha: Casa de cultura de Zizur Mayor, 8 y 9/06/12.

Familia política

LA Nave, o lo que es lo mismo, Miguel Munárriz y Marta Juániz, presentan un nuevo montaje: El atribulado voto de la ‘señá’ María. A priori, siempre es interesante saber qué nos cuentan de nuevo dos de los actores con más experiencia y tablas del panorama foral. Anda la cosa apurada en el mundillo de la farándula (como en el resto de los mundillos), pese a lo cual La Nave se mantiene a flote con una actividad intensa: a finales del año pasado estrenaban Clitemnestra y el crimen, una excelente producción basada en un texto de Marguerite Yourcenar; durante este tiempo han ido representando también diversas obras de pequeño formato, tanto de autores locales como foráneos; y dentro de nada podremos ver en el Gayarre una obra escrita por Miguel Munárriz, seleccionada en el certamen sobre textos sanfermineros. Es también el propio Munárriz el autor de El atribulado voto de la ‘señá’ María. Es gente que rema cuando flojea el viento en las velas, desde luego.

Aunque la situación esté difícil, lo que no puede hacerse es perder el humor. Este es el mensaje que transmite la compañía en la promoción que están haciendo del espectáculo. Lo cierto es que, además, hay una buena dosis de mala leche. Que se han quedado a gusto, vaya. Empezando por el cartel de la obra, que avisa de una «no subvención» del Gobierno de Navarra. Si algún doliente ciudadano víctima de los recortes se ha preguntado qué podría hacerle (o decirle, si es pacífico y cree en el efecto balsámico de la palabra) a uno de los políticos causante de sus cuitas si lo tuviera encerrado y a su disposición, La Nave hace un esfuerzo por mostrárselo. Nos representan el modo de actuación con aquellos que no, que no, que no nos representan, encarnados estos últimos en la ficticia figura de Camilo Echeverría Pancorbo, parlamentario del partido mayoritario a punto de estrenarse en la tribuna de oradores. El espíritu del pueblo estará simbolizado por su madre, desencantada de la trayectoria de un hijo trepa e inútil, y algo desinhibida por unas nuevas pastillicas para el dolor de cadera.

El atribulado voto de la ‘señá’ María gustará sin duda a los partidarios de la catarsis justiciera y a los amantes de un humor directo y de personajes virados a la caricatura. En tono de farsa y una pizca granguiñolescos, pero lejos del histrionismo, son dos personajes creados según un trabajo de diseño previo. Hay un plausible intento por tejer una cierta trama que funciona aceptablemente en la primera mitad de la obra, durante la que el interés se mantiene narrativamente por dos vías: por un lado, en los intentos del parlamentario Echeverría Pancorbo por salir de su encierro; y, por otro, por la intriga de las razones que llevan a su madre a privarle de su momento de gloria. Desveladas estas últimas, la segunda parte se construye sobre el crescendo de sopapos anímicos que irá recibiendo un Camilo cada vez más fuera de órbita, con una señá María cada vez más desorbitada. Y si con algo hemos de quedarnos por encima de todo, es con la constatación de estar ante dos actores todoterreno, capaces de manejarse con igual soltura en el drama y en la comedia.