«El cine es como un umbruglio entre ‘o lenzuolo (truco dentro de una sábana)». Con esa expresión napolitana enfatiza el artificio que supone ver algo que no está sucediendo en realidad. “Lo que el público ve en la pantalla son fantasmas atrapados en un trozo de tela. El teatro, en cambio, es una asamblea cívica: hombres y mujeres vivos que hablan a otros hombres y mujeres vivos. El texto se confía a una compañía que debe utilizarlo para iluminar el corazón y la mente del público que asiste a la función. En sintésis: el cine captura, el teatro da».

«El teatro provee dignidad al cuerpo, a la palabra, al pensamiento y a los sentimientos. Es muy difícil que eso lo consigan otros lenguajes. Sucede con la poesía y a veces con el cine. El teatro sitúa al hombre en el epicentro de su actividad y por eso tiene una gran responsabilidad y una gran nobleza. Existe desde que existe el hombre. Y existirá mientras este exista. Es consustancial a su naturaleza».

Entrevista con Alberto Ojeda «Interpretar debe ser un acto de poesía, no una imitación de la realidad», en EL CULTURAL de El Mundo. 6 ABRIL 2018.