Un concierto de la Orquesta Sinfónica de Navarra, y de alrededor de 600 maleducados espectadores que no pararon de toser, puso el cierre a los actos del Día de Navarra, en un Baluarte con una buenísima entrada, calculo sobre 1.200 personas (según mis servicios secretos, el 90% iba con invitación).

Se dejó caer nuestro presidente foral, el intelectualísimo Miguel Sanz, conocido allende de nuestras fronteras corellanas por ser el único que se ha atrevido a firmar como prologuista de El Quijote. No hay noticias de que se durmiera. Quizá fue por las toses, que arruinaron el bellísimo y delicado 2º movimiento de la Sinfonía «del Nuevo Mundo».

El concierto se celebró en el marco de la imprevisión que rodea a todo aquello en lo que el Gobierno de Navarra mete mano, especialmente en lo relacionado con cultura: el programa que se interpretó no se correspondió en su totalidad con el anunciado, porque se suprimieron algunas partituras y se incluyó a la Escolanía del Orfeón, y el programa de mano no ofrecía comentarios al repertorio, por lo que quedó en una especie de carta de restaurante pretencioso, además de incomodísima y ruidosa (tirar el dinero, vamos) en el que se volcaban las obviedades típicas.

La orquesta estuvo estupenda en este bolo improvisado, sin apenas tiempo de ensayos. Lo mejor, los cuatro temas cantados a capella y coreografiados con elegancia y buen gusto por la Escolanía, el primero de ellos en el patio de butacas.

Lo peor, ya digo, la improvisación en unos casos y la absoluta previsión en otros. Me explico. El jueves y viernes próximos sí habrá un concierto de «Día de Navarra», de la OSN, pues se interpretarán piezas de renombrados compositores navarros, Lorenzo Ondarra entre ellos. Ayer, día 3, hubo música japonesa, xhosa, alemana y checa en Baluarte, y en el concierto joven del miércoles, me cuentan, flamenco y música sudamericana. Cualquier cosa con tal de omitir el euskera. Y eso que era el Día Internacional del Euskera. Van de internacionales, pero son una piara de paletos. Paletos orgullosos, añado. Esto es, sin remedio. Y así nos va.