Meciendo héroes, obra basada en el texto con el que la mejicana Tania Castillo ganó el Concurso de textos teatrales dirigidos a público infantil que promueve el Ayuntamiento de Pamplona, es la obra de Navidad que la Escuela Navarra de Teatro (ENT) estrena el lunes 26 y representará también el 27, 28, 29 y 30 de diciembre y 2, 3, 4, 6 y 7 de enero, a las 18.30 horas. Con chocolate y bizcochos en el descanso, por supuesto. Está dirigida a niñas y niños a partir de 5 años. Entrada: 7 euros.

Dirigida por Ion Barbarin, está interpretada por María Sánchez, Pello Flamarique, Estibaliz Guardado, Iñigo Izurzu y Mikel Martínez. Además, han colaborado María Sagüés y Laura Jiménez en el vestuario y Mag y Laura Jiménez en el diseño gráfico.

La obra contiene elementos de la cultura azteca, lo que para Ion Barbarin, el director del montaje, les aportan una gran riqueza. Barbarin estudió en la ENT, de ahí que se sienta “muy agradecido” e “ilusionado” por “la oportunidad” que le han dado de dirigir el cuento de Navidad, “toda una institución en la ciudad”. “Estamos orgullosísimos de que un exalumno venga a dirigir; en su caso, además, se nota en el resultado que ya tiene una trayectoria importante como actor, bailarín y director”, explica María Sagüés, profesora del centro y responsable del vestuario de este montaje que tiene “mucha poesía” y “distintas capas de lectura”, de manera que puede llegar a toda la familia.

A sus 8 años, Ro tiene miedo de quedarse dormida porque en la mecedora de su cuarto aparece una mujer sin rostro que le cuenta historias. Poco a poco, y gracias a este personaje que al principio la atemoriza, verá que los miedos están más dentro de nosotros que en la realidad. Barbarin coincide en que la obra es poética y mágica a la vez, gracias a la presencia de la mujer sin rostro, que siempre va acompañada de luciérnagas. “El reto era trasladar la narración a un mundo visual, en el que la música también tiene mucha importancia”, apunta, y cita una nana en dialecto náhuatl que encontró Estibaliz Guardado, quien, precisamente, da vida a ese personaje. En cuanto al tema del miedo, Barbarin cree que no hay que evitarlo, sino asumir que “forma parte de la vida” y, como dice uno de los personajes, “es mejor tomarse un chocolate con él en lugar de huir”. La mitología azteca está presente a través de los personajes de Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, dos hermanos guerreros que son caras de la misma moneda; mientras uno apuesta por la paz y la palabra, el otro representa la destrucción. “Son mitos que desconocía, pero que resuenan mucho en nuestra mitología, en la griega o en la cristiana”, apunta el director, muy satisfecho por haber podido trabajar largamente y “profundizar” con el elenco, al que desde el principio dio una palabra que ha funcionado de consigna: apapachar. Es decir, hacer caricias. “En un tiempo como este, con guerras, injusticias y recortes, siento que es importante mirarnos el corazón”, y así es como ha querido que los actores y las actrices aborden el trabajo, “con la energía del amor”.

Los intérpretes, por su parte, coinciden en que la experiencia ha sido muy agradable. “Ha estado bien volver a ser niña, a esa inocencia”, confiesa María Sánchez, que es Ro. Mikel Martínez (Quetzalcóatl) valora el trabajo físico que le ha exigido el personaje y cree que a los niños les gustará la obra “porque tiene acción y una puesta en escena muy visual”. Iñigo Izurzu (Tezcatlipoca) destaca que ha sido “un proceso muy bonito”, y Pello Flamarique reconoce que el papel del padre le ha costado, “porque tengo más de niño que de adulto”, y dice estar disfrutando mucho de “este viaje lleno de sentimientos. Por último, Esti Guardado comenta que la dirección “ha unido aún más al grupo” y de su personaje, que “transmite mensajes muy importantes a la niña”. Como que no hay que juzgar a los demás por ser diferentes.