CRÍTICA TEATRO

GORGORITO Y GARRAFITO CONTRA LOS PIRATAS. Compañía: Compañía de Títeres de Maese Villarejo. Texto: Juan Antonio Díaz Gómez de la Serna. Dirección: Pepita Quintero. Manipulación de títeres: Juan Díaz Quintero y Mónica Díaz Quintero. Lugar: Sala de Cámara de Baluarte. Fecha: Domingo 3 de enero. Público: Lleno.

Cachiporrazos a mogollón

Un veterano trabajador de las artes escénicas, fino observador del panorama desde su puesto estratégico en tramoya, comentaba hace unos días que nunca en toda la historia  se había disfrutado de tanta oferta en Navidades en Pamplona y Comarca. Y no hay duda de que tiene razón. Ha habido programación musical casi a diario (internacional y de gran ambición artística) en Baluarte a sumar a la habitual de teatro para público familiar de calidad en Gayarre, el cuento de la ENT, la cartelera en la práctica totalidad de las casas de cultura del alfoz e incluso grupos locales que han programado a taquilla en salones de actos de colegios céntricos. Paradójico, porque seguimos en plena crisis y es evidente que hay sobreprogramación (este año, dos conciertos de valses y polkas de Strauss en la ciudad). La pregunta del millón es, por tanto, si hay público para tan ambiciosa cartelera. Sorprendentemente, parece que sí.

Baluarte ha creado una nueva tradición en la Navidad pamplonesa, en muy pocos años, al programar a los títeres de Maese Villarejo del 2 al 4 de enero en su Sala de Cámara. Doble función vespertina y repertorio nuevo a diario que funciona como un tiro. El patio de butacas se llena de un público de muy corta edad y muchos abuelos, atraídos por precios asequibles (5 euros) y un tipo de espectáculo cuya esencia permanece inalterable en el tiempo. El de títeres, muñecos manejados introduciendo las manos en su cuerpo para dar movimiento a cabeza y brazos, es un teatro basado en la interacción directa con el público menudo, siempre dispuesto a avisar a los buenos de la presencia de los malos al otro lado de la escena. Y vencerlos a base de cachiporrazos, que hacen reír a grandes y pequeños igual desde hace siglos, y aquí no hay Play ni Wii que valga. Gorgorito y su hermano gemelo tienen que rescatar a una princesa que ha sido secuestrada por los piratas. El público entra en el juego de inmediato. Las idas y venidas por el barco y las peleas de buenos y malos se extienden por espacio de una hora entre el griterio de la chiquillería. El esquema siempre es idéntico y lo maneja muy bien una de las compañías más veteranas del país, creada en Madrid hace casi 70 años. Muñecos y tabladillo son de gran tamaño (imprescindibles cuando se actúa mucho en la calle) y ciertamente empáticos. Gorgorito hasta tiene un monumento en Logroño. Pocos títeres han llegado tan lejos.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el sábado 9 de enero de 2016.