CRÍTICA TEATRO

EL REY DE LA SABANA. EL LEÓN. Compañía: Simba Producciones y Management (Málaga). Autor: Antonio Martín Regueira. Coreografía: Desy Clavijo. Intérpretes: Jonathan Sánchez (Kingcat), Ángeles Vela (Misha), Rafael Chaves (Dilla), Gisela Escoda (Flo), Auba Ramis (GranDog), Lydia Avimez (Pantera), Rodrigo Domínguez (Leonidas), Desy Clavijo, Estefanía Bonilla, Isa Alarcón, Azahara García, Marina Carballo, Alex Gómez, Nathan Morales y Jesús López. Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Jueves 3 de diciembre. Público: Lleno.

Misteriosos puentes y leones

Algunos misterios insondables de la gestión cultural se van aclarando, como el del público durante los puentes. Existe, está ahí y acude al reclamo si la oferta es atractiva. El temor de los programadores vacía la cartelera en estas fechas frente a la saturación de la víspera pero la cacareada desbandada ciudadana en cuanto se acumulan varios días de fiesta seguidos no es real. Son muchos los aficionados que permanecen en casa, tienen tiempo libre y mantienen su “hambre” de artes escénicas. El Teatro Gayarre llenó el Día de Navarra con un alquiler; es decir, con precios de teatro familiar sensiblemente superiores al que acostumbra el recinto municipal en su programación propia, 16 y 13 euros frente a 6 euros en Navidades.

Más complicado será descubrir cómo la productora andaluza ha conseguido los derechos de los temas musicales que se interpretan en El rey de la sabana. El león, un espectáculo curioso, una historia de amor que es una mezcla de Cats y El rey León, de los que utiliza sus temas más conocidos, y añade otros populares entre el público infantil, como el Yo quiero marcha marcha, de la película Madagascar, además de otro repertorio muy dispar, desde música céltica a pop hispano conocido con letras adaptadas.

El argumento no está mal hilado, todo hay que decirlo. Es una historia de amor entre dos gatos urbanos, que viven en un callejón de la gran ciudad con abundantes desperdicios. Ello permite interpretar de inicio alguno de los temas más famosos de Cats, como el Jellicle songs for Jellicle cats. Tras conseguir el respaldo del matón del barrio, el protagonista logra cumplir su sueño de conocer la sabana, acompañado de su novia. Ya en África, se hacen amigos de un pájaro y una ardilla (los personajes que ponen el toque cómico a la peripecia) y advierten al rey León de la trampa que les tiende la pantera. Es el momento de escuchar los grandes temas del musical El Rey León, como El ciclo vital, Yo voy a ser el Rey León o Hakuna Matata. Prometido el protagonista con la hija del gran felino, descubre que es león y no gato, pero regresará a la ciudad en busca de su novia. Final feliz, como no podía ser menos.

La representación, de una generosa hora y media, sufrió de algunos problemas técnicos con la microfonía pero tiene momentos valiosos, como las excelentes interpretaciones musicales de Ángeles Vela, la gatita coprotagonista; Lydia Avimez, la pantera que hace de mala de la historia; y Rodrigo Domínguez, el rey León, que exhibe un poderoso chorro de voz en un registro rockero. Rafael Chaves, la ardilla con contundente cuerpo de oso, tiene mucha más vis cómica que la que le ofrece su texto y conecta rápido con el público gracias a su facilidad para poner acentos regionales y buscar la comicidad gestual. Hace buena pareja con Gisela Escoda, que además canta con calidad. El resto del reparto, muy joven, con apariencia de estudiantes de escuela de teatro y poco estilizado para el baile, cumple dignamente como coro, resuelve bien unas coreografías sencillas en un espacio limitado y brilla en la escena de la pelea, muy limpia. El público disfrutó gracias también a un ritmo sostenido de la representación, sin tiempos muertos, y con algunas de las sorpresas en escena, como una jirafa de tamaño real que da prestancia a una escenografía efectiva.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el lunes 7 de diciembre de 2015.