«¡Qué gran autor La Boétie! ¡Lástima que muriera tan joven! Plantea un asunto crucial: ¿Por qué la gente obedece? Por qué se manda, se comprende, pero la obediencia… Un hombre es colocado en un piquete, aprieta el gatillo y mata. Luego se va a almorzar. Ha cumplido órdenes. Eso está en La Boeétie y en pocos más. Quizás en Freud. ¿Por qué somos tan bestialmente malos? Un león no lo es. Mata, pero no se ensaña ni tortura. El hombre es el único mono que tortura. Posiblemente hemos triunfado sobre el resto de la naturaleza debido a esa brutal agresividad. ¿Por qué? No lo sabemos, pero sabemos que las explicaciones sociológicas son insuficientes. Hay quien dice que los obreros son resentidos. ¿Por qué no iban a serlo?, se pregunta Marx.

La responsabilidad no es colectiva, pero hay estructuras perversas. Hay un mal estructural. Y esa es la tragedia. Esto exige que el individuo se niegue a hacer el mal, que desobedezca. Y ahí se la juega. Eso es el heroísmo: una rareza. Sales a manifestarte con un millón de personas y es gratificante. Ir solo es diferente Igual lo que nos gusta no es mandar sino obedecer. Es más sencillo».

«Como decía Pascal, la verdad es distinta a ambos lados de los Pirineos. También Montesquieu: en Marruecos hay poligamia y concubinas y al otro lado del Estrecho, la monogamia con amantes. El ser humano es racional en todas partes y eso le permite distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Todo el mundo sabe lo que es un robo, lo que es traición, cuidar a los hijos o abandonarlos. Esto es universal. Ahroa se lleva mucho el todo vale: cualquiera puede optar entre varias posibilidades, elegir el matrimonio que quiera y separarse como si no hubiese hijos o problemas de deudas. Como si no hubiese crueldad mental y todo tipo de perversidades. Porque, concluyamos, el hombre es bastante malo. El sociologismo ingenuo que propone una estructura utópica donde todo el mundo se ama, no resiste».

Salvador Giner, sociólogo, entrevistado en Babelia El País. 26-0-2013.