La Escuela Navarra de Teatro ha programado Penal de Ocaña, un montaje teatral de la compañía Nao D’Amores basado en la novela homónima y biográfica de Mª Josefa Canellada, que, siendo estudiante de Filosofía y Letras y discípula de mas mayores figuras intelectuales del momento en el Madrid de 1936, vio truncada su vida y su carrera con el estallido de la Guerra Civil. Este texto quedó finalista del Premio Café Gijón en 1954, aunque no se publicó hasta mediados de la década de 1980 a causa de la censura.

Hoy a las 8 y media y sábado y domingo a las 8 de la tarde. Entrada: 10 euros.

La autora, abuela de Ana Zamora, directora de la compañía y de la obra, narra su periplo cotidiano entre el 2 de octubre de 1936 y el 2 de octubre de 1937, cuando decidió enrolarse como enfermera para ayudar a las víctimas, primero en el hospital de Izquierda Republicana y después en lo que fuera la antigua sede del penal de Ocaña, transformado entonces en hospital de sangre.

Eva Rufo es la única actriz en esta propuesta que, si bien “se sustentaba en un primer momento en cuestiones principalmente emocionales, ya que la autora y protagonista de la historia es mi abuela”, después de meses de investigación “puedo afirmar que hemos vivido este proyecto como todo un ejercicio de justicia literaria y sobre todo histórica; no solamente hacia ella, sino hacia una generación que, sin esperar nada a cambio, decidió ser fiel a unos principios morales que desde hoy se nos antojan casi imposibles”. Así habla Ana Zamora, responsable de la dramaturgia y la dirección de este montaje con el que Nao D’Amores da un giro importante, quizá de carácter excepcional, en un itinerario dedicado principalmente a la investigación, la formación y la creación en torno al teatro prebarroco.

“Sin abandonar la trayectoria que nos ha llevado a ser considerados todo un referente a nivel internacional en el teatro medieval y renacentista, acometemos ahora una opción de riesgo, que, abordada desde el rigor teatral que siempre ha caracterizado nuestro trabajo, nos permitirá establecer un diálogo directo con la actualidad”, explica Zamora. Penal de Ocaña es el inicio de esta nueva andadura y “pretende arrojar una luz en mitad del enorme vacío reflexivo que impera en un país que se empeña en no profundizar en su propia realidad”.