– ¿Le atraían los periódicos?
– Me encantaban. En mi casa se compraban al menos cuatro revistas. Mis padres, mis hermanos y yo discutíamos de todo por norma. Nos tomábamos como un deporte el ser capaces de desarrollar una argumentación. Una forma muy socrática de educarnos.
– ¿Recuerda la primera vez que sintió el placer de retratar a alguien o contar una historia, lo que describe como «robar vidas»?

– Al principio me gustaban los periódicos como entidad. Luego, en el instituto, me fascinó su proceso de elaboración: maquetar, imprimir…. En la Universidad aprendí a diferenciar una buena de una mala historia. Cuando entré en el Baltimore Sun me encargaron los sucesos. Y con los días empiezas a ver crímenes a diario y nada mejora. Empiezas a preguntarte ¿por qué? Ése es el periodismo adulto. Al principio consiste en llamar a la policía: ¿qué ha sucedido? ¿Quién es la víctima? la mayoría asciende antes de preguntarse por qué. Lo gracioso en mi caso es que nunca ascendí.
– ¿Por qué?
– Me encantaba discutir. Para mí, debatir apasionadamente no es una afrenta. Cuando nada es incontestable, el periodismo mejora. Cuando el Sun era un sitio sano, se discutía por todo. Cuando a la gente le empezó a dar miedo, dejó de serlo.
– Los periodistas de prensa escrita se suelen considerar por encima de los de tele o Internet.
– Efectivamente. Pero la iglesia de la que me siento un apóstata (periodista de prensa diaria) se ha llenado de usureros y putas. Lo que yo valoraba del periodismo estaba desapareciendo del Sun cuando me fui. Si no, no lo habría hecho.

David Simon, periodista, productor y guionista de televisión, creador de la serie The Wire, entrevistado por Carmen Pérez-Lanzac. El País, 2-5-2010