CRÍTICA TEATRO

ENCERRONA. Autor e intérprete: Pepe Viyuela. Directora: Elena González. Compañía: Chao Management SL (Madrid). Lugar: Teatro de Villava. Fecha: Domingo 19 de abril. Público: 300 espectadores, lleno.

Clown locuaz

No hay truco más efectivo para llevar gente al teatro que la televisión. Salir de forma continuada en la pequeña pantalla siendo actor en una teleserie, quiero decir. Es lo que le ha pasado a Pepe Viyuela (Logroño, 1963), que actuó el fin de semana en tres escenarios de la Red de Teatros de Navarra (Tafalla, Zizur Mayor y Villava) con una excelente respuesta de público. Muchos espectadores, que seguramente acudieron atraídos por el tirón de “Chema”, personaje que interpreta en la teleserie Aida. Que es un actor solvente lo sabíamos por estos pagos después de verlo encarnando papales principales en la adaptación al teatro de la película de Berlanga con guión de Azcona El pisito, programada en el Gayarre en octubre de 2010, y en el clásico de Jardiel Los habitantes de la casa deshabitada, en enero de 2012 en Baluarte.

Ahora, con Encerrona, comprobamos que es un excelente clown y domina todos los resortes y trucos del payaso de corte clásico. La pieza, de casi dos horas de duración, permite comprobar que mantiene un gran estado de forma a sus 52 años, puesto que su trabajo es de una gran exigencia física y no está exento de riesgo.

El espectáculo es mucho más divertido de ver que fácil de explicar, de puro sencillo. En un escenario vacío aparece a trompicones el actor, quien dialoga con alguien que supuestamente le da órdenes en un lateral del teatro y al que nunca vemos. No hay nadie, claro, pero logramos creérnoslo por la viveza y expresividad del actor. Encerrado, sin poder abandonar la sala, descubre al público frente a él. Intrigado, se pregunta por qué todos observan atentos al telón de foro y también él lo hace, por si acaso se está perdiendo algo. Luego descubre que le miran a él. Establecida esa conexión, se ve obligado a cumplir un par de órdenes. La primera es cantar un tema de propia creación a la guitarra, si consigue sacarla de su funda, colocársela sobre el muslo entre los brazos en el lado correspondiente y apoyar la pierna de apoyo en una silla. Lo consigue, claro, pero le cuesta más de tres cuartos de hora, entre las continuas carcajadas del público. Después, tendrá que colgar un foco, para lo que precisará subirse a una escalera. Más intentos y estrategias, escogiendo como no puede ser de otra forma siempre la opción más complicada. Y, entre medio, tiene que deshacerse de una silla de tijera que inexplicablemente se le ha enredado en el cuerpo. Ah, y ponerse correctamente la chaqueta, otros quince minutos más.

Tres ejercicios del clown más puro que domina a la perfección, hemos visto con distintas variantes innumerables veces y que, sin embargo, nos hacen reír como si fuera la primera vez. Quizá la particularidad que singulariza este show radicalmente sobrio –con una iluminación mínima, casi vulgar, con apenas cuatro utensilios y sin ningún efecto de sonido o truco audiovisual– es el acompañamiento de la voz. Pepe Viyuela aprovecha sus recursos expresivos de actor para construir un atinado registro de ese personaje ingenuo, torpe, entrañable y desesperante que no está tan lejos del que interpreta en la serie de televisión, y que es el que el público desea ver y aplaudir. Lo hizo repetidamente, cantó con él y lo despidió con una merecida ovación final. Bendita tele, que llena teatros.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el domingo 26 de mayo de 2015.