Juan Diego interpreta hoy domingo, a las 19 horas, en el Teatro Gayarre, La lengua madre, un monólogo escrito por Juan José Millás que invita a reflexionar sobre lo subjetivo, la crisis, el lenguaje impuesto por los bancos y los gobiernos y el sentido de la vida en general. Emilio Hernández es el director de esta obra de teatro peculiar, casi un ensayo, en la que se saborean el surrealismo y las letras de Millás. «Me excitó sobremanera el riesgo de un increíble viaje por la dignidad amenazada, por la verdad amenazada, por la vida amenazada y a punto de ser absorbida por el agujero negro insaciable de los mercados. Ese agujero que se traga tu dinero, tu familia, tu trabajo, tu cultura, tu gobierno, y acaba engullendo tu instrumento más primario: la lengua. Tu lengua madre», comenta Hernández, que pone en escena a este personaje, a esta persona común, anónima, preocupada por todos nosotros al otear en el horizonte las primeras olas del tsunami. Un personaje grande en muchos sentidos, dice Juan Diego.

Entresaco algunas respuestas de Juan Diego en la entrevista de Ana Oliveira publicada hoy en Diario de Noticias.

«Me llegó (el texto) a través de un amigo y vi que tenía la posibilidad de construir un gran personaje. Grande en cuanto a humanidad, a sensibilidad y conocimiento de lo que ama, que es la palabra sobre todo, la gramática; ama cosas en desuso. Ni siquiera sabemos cómo se llama, si tiene mujer, si tuvo hijos… Hablamos de todo esto y decidimos hacer una dramaturgia».

«Tengo sentido del humor, que quizá es una de las cosas más interesantes de la vida. Es que a veces o se le echa humor a la vida o se queda uno torcido».

«La comedia es el arte de lo más difícil, porque es la vida y como la vida no se puede imitar…».

«Es un personaje necesario en estos momentos de angustia que estamos viviendo, de carencia de todo, de desamor hacia la palabra, hacia la cultura… Un tiempo en el que la mercantilización de nuestros actos está siendo llevada a límites insospechados y en el que la sensibilidad de los que mandan es roma. Nos sacan informes en los que dicen «miren que mal nos estudian los chicos» y resulta que lees en la prensa que estos mismos chicos buscan basura a la hora de comer. O que comen nada y lloran por las noches. Y sus padres no follan, no hablan y se levantan sin saber qué van a desayunar… Por eso, en este momento terrible es tan necesario un personaje como este. Millás ha conseguido meter el bisturí a estas lacras miserables en un texto con el que nos reímos a pesar de todo y con el que reflexionamos y con el que de alguna manera se dice que el pensamiento sigue siendo la base esencial de nuestra convivencia».

«La lengua, aquello que nos hace, aquello que somos, sin lo cual no seríamos más que animales, que parece que es adonde nos quieren llevar. Lo único que nos quedará siempre será la palabra. Lo único que nos hace, nos deshace, nos conforma y nos acuna es la palabra».

«Hoy los entes públicos están haciendo un uso sin vergüenza de la palabra alrededor de cualquier problema. De pronto te encuentras con una declaraciones que afirman que una manifestación o unas movilizaciones en Burgos son un acto terrorista… Tienes que leer cada cosa… Algunos están poniendo a la gente a prueba. Realmente, todos sabemos que pasa mucho, y el día que el hambre desborde la calle a ver quién para esto».

«Siempre debe hacerse cómplice al público, y más cuando, como en este caso, no existe la cuarta pared, ya que yo estoy en el escenario de manera continua. Es necesario convertir a los espectadores en coprotagonistas para que se diviertan, para que jueguen, para que permanezca en silencio, para que aplauda, como muchas veces ocurre… No hay que olvidar que, a diferencia de lo que sucede en el cine, donde manda la taquilla, la presencia del público es fundamental en el teatro. Aquí hay un hombre que habla frente a otros que le escuchan, y si esta historia les divierte, les toca, ahí se produce el hecho referencial del teatro. Y eso siempre va a existir, la palabra».

«No debe existir más el bipartidismo, porque es escuela de golfería».