- by Victor Iriarte Ruiz
- on 31st agosto 2014
- in Así nos luce el pelo
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Los siete pecados capitales del gestor cultural
Un texto interesante. La fuente, aquí: http://elclubexpress.com/blog/2014/04/21/los-7-pecados-capitales-del-gestor-cultural/
La práctica de la gestión cultural, desde mi punto de vista, es fundamentalmente la mezcla de tres cosas: El sentido común; las herramientas que hemos ido reuniendo para tener a nuestra disposición a partir de nuestra experiencia y trayectoria; y una suma de actitudes. Ahora toca hablar de esto último, pero, por favor, que nadie lo entienda como el lanzamiento de una primera piedra, porque precisamente no es que esté libre de pecado. Yo pecador, me confieso, pero también declaro, prometo y me comprometo a luchar cada día para evitar estos siete pecados capitales del gestor cultural:
1) No cooperar y competir insanamente
¿Por qué no considerar compañero al competidor? ¿Por qué no ver que estamos todos en una lucha conjunta, la de conseguir más espacio para la cultura, más público, más atención institucional y mediática? El bien del prójimo será mi bien, y por eso conviene no entenderlo como un enemigo y desearle solo que le pasen cosas buenas. Y para los más avanzados, el siguiente paso: cooperar y construir proyectos conjuntos con quienes tenemos en frente.
2) Ignorar y carecer de curiosidad
La falta de curiosidad mató al gestor cultural. Se aprende cada día, de todo lo que nos rodea. No debemos despreciar lo que ignoramos, dando por hecho que no lo desconocemos porque seguramente sea algo “poco importante”. Al contrario, cada nuevo dato, cada nuevo hallazgo, puede tomarse como un estímulo y como una oportunidad.
3) El egocentrismo y la endogamia
Yo, yo y yo. ¿Conoces a alguien que siempre siempre tiene un ejemplo personal y concreto para todos cualquier cuestión general? Es odioso, ¿verdad? ¿Has probado últimamente a preguntar a los demás cómo les va? Prueba a aumentar el interés cuanto más desconocida sea para ti la persona. Prueba a pensar que más allá de ti y de los tuyos hay gente interesante. E intenta no reducir la cultura a tu ámbito de actuación. Ya sabemos que a veces los teatreros -por poner un ejemplo- piensan que la cultura es solo teatro.
4) La soberbia y el protagonismo
Sé que a veces cuesta asumirlo pero… el gestor no debe creerse más importante que el artista. El público viene a verlos a ellos, que son los verdaderos protagonistas, pero es que además trabajamos para ellos, para intentar generar unas condiciones que propicien esa magia que, con nuestra ayuda, son ellos los que la generan. Nuestros proyectos molan, pero existen gracias a ellos -Y AL PÚBLICO-. NOTA: y con esto no quiero desmerecer la función del gestor, sin el que muchas veces no es posible el buen desarrollo del trabajo del artista, sino subrayar una actitud vital de “segundo plano” que, sin duda, es mucho más sana.
5) La ausencia de humor y autocrítica
¿Por qué tantos gestores culturales son tan serios? ¿Por qué no reír más, tener más guasa y, sobre todo, reírnos de nosotros mismos como primer signo de autocrítica? Ser estirado no te hace ser un buen profesional, tampoco ser desagradable, estúpido y poco empático.
6) Olvidar al público
Éste ha sido, durante muchos años, un pecado capital bastante habitual entre los gestores culturales, algo que ha cambiado y mejorado sustancialmente con la crisis. Otorgarnos ciertos caprichos es una debilidad humana, pero no olvidemos los proyectos tienen unos destinatarios a los que a lo mejor no les interesa tanto nuestros gustos personales.
7) Estancarse
Probablemente pocas cosas evolucionan a la velocidad que lo hace la cultura, en prácticamente todos sus ámbitos y en todas sus partes. Para un gestor cultural apalancarse y dejar de crecer, de aprender, de cambiar de herramientas, de conocer nuevos compañeros o adquirir nuevos conocimientos es igual de trágico que, por ejemplo, para un programador informático. Y lo mismo ocurre con los resultados de los proyectos. Siempre son mejorables, y en ocasiones caemos en la tentación de bajar los brazos.
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