CRÍTICA TEATRO

El sastrecillo valiente. Autor: Hermanos Grimm. Compañía: Títeres Etcétera (Granada). Dirección: Enrique Lanz. Intérpretes: Yanisbel Martínez y Noche Diéguez (actrices) y Araceli Garcia, Carlos Montes y Oscar Ruiz (titiriteros). Música: Tibor Harsányi. Lugar: Casa de Cultura de Burlada. Fecha: Viernes 14 de noviembre. Público: 300 estudiantes (función escolar).

Mucha tela que cortar

Había interés en ver a la compañía andaluza, premio nacional de teatro para la infancia y la juventud 2014, puesto que presentaba en Burlada gracias al Programa Platea su última y exitosa producción, a partir de un conocido cuento para niños. Fue un estreno de 2013 para el Teatro Real de Madrid, el Festival Internacional de Música y Danza de Granada y la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera, lo que de entrada  eleva el listón y garantiza un nivel de calidad alto. Y así fue, a pesar de que en la gira no les acompañe una orquesta de cámara. La excelente partitura de Harsanyi, para 8 instrumentistas y narrador, es un clásico del repertorio para acercar la música clásica a los niños.

El argumento es simple: un aprendiz mata siete moscas y, orgulloso, borda en su cinturón la leyenda “Siete de un golpe”, lo que induce a confusión a un rey: creyéndolo un guerrero, le encarga acabar con las tres amenazas del bosque: un jabalí, dos gigantes y un unicornio. Con su astucia, vence a los tres y recibe su recompensa.

La fuerza del espectáculo está en su concepción, muy original, pues todo el cuento se desarrolla en una sastrería y todos los personajes están relacionados con los objetos que allí se pueden encontrar. Así, el protagonista es construido frente a los pequeños espectadores con un ovillo de lana a modo de cabeza y una percha y telas para el cuerpo. Los marionetistas logran transmitir expresividad a la figura. Las moscas son corchetes, el jabalí es una plancha gigante (que echa vapor por sus narices), las cabezas de los gigantes se construyen con el bastidor circular para bordar y el unicornio, a partir de patrones en cuero. Los personajes de la corte son miriñaques que brillan gracias a la técnica del “teatro negro” y se usan con tino perchas, tijeras, carretes, dedales, los cajones de la mesa de trabajo y las proyecciones para dar vida a la narración y sorprender a los espectadores más pequeños.

Los niños reciben una explicación de cómo es la sastrería de un teatro, el relato se hace de forma dialogada para darle agilidad y se adapta a lo “políticamente correcto” cuando las actrices subrayan que es una cosa muy rancia eso de prometer la mano de la princesa. Son puntos a favor de un trabajo de 45 minutos que atrapa por la cuidada escenografía y la potencia visual y el ingenio de la puesta en escena.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el martes 25 de noviembre de 2014.