Marvin Hamlisch (Nueva York, 1944) músico y autor teatral, fallecido el martes en Los Ángeles tras una corta enfermedad, formaba parte del selecto grupo de talentos galardonados en multitud de ámbitos: premios Oscar, Grammy, Tony y Emmy, además de un Pulitzer. Hamlisch, capaz de tocar de oído casi cualquier canción, fue un niño prodigio y el alumno más joven de la prestigiosa escuela de música neoyorquina Juilliard. Con siete años irrumpió en la institución tras prepararse una versión en piano de una canción folk, Goodnight, Irene, que quedaba lejos de las aspiraciones clásicas de los demás candidatos. Desde muy niño, le interesaron más Broadway y en las composiciones de Gershwin o Berlin que la música académica. Siendo adolescente, descubrió su pánico a los grandes auditorios clásicos y renunció a una carrera como concertista de piano para centrarse en la composición.

Pronto se convierte en pianista de ensayo en teatros musicales. En uno de ellos, donde se representaba Funny girl, conoce a Barbra Streisand, figura clave en su carrera posterior. Su gusto por el pop le llevó a componer para otras divas, como Liza Minelli. En 1968, el productor Sam Spiegel, que le escuchó tocar el piano en una fiesta, le propuso en 1968 encargarse de la banda sonora de El nadador. Fue su primera incursión en la composición cinematográfica, que no abandonaría a lo largo de 40 años.

Durante los años posteriores se encarga de poner música a Coge el dinero y corre y Bananas, dos de las primeras creaciones de Woody Allen. Sus mayores éxitos como compositor para Hollywood llegaron en 1973, con la banda sonora de Tal como éramos, con la que consigue un Oscar. Sus canciones en el filme supusieron un espaldarazo a la carrera de Barbra Streisand, que también ganó el Oscar a la mejor pieza original por The way we were. Ese mismo año firma la banda sonora de El golpe, filme protagonizada por Robert Redford y Paul Newman; la música adapta piezas de ragtime popularizadas por el pionero del jazz Scott Joplin. Con ella gana una tercera estatuilla en la misma ceremonia, proeza entonces solo al alcance de Billy Wilder.

En 1975, Hamlisch, quien un día soñara con los acordes inmortales de obras de Broadway como West Side Story o My Fair Lady, creó su primer musical de éxito, A chorus line, que se representaría sin interrupción en Nueva York hasta 1990. La producción, basada en su relación con la también compositora Carole Bayer Sager, describe las entrañas de la industria de Broadway. El musical le valió en 1975 un Pulitzer y un Tony, los premios más codiciados de la industria del musical.

Con Sager compuso también, en 1977, Nobody does It better, la canción principal de La espía que me amó, décima entrega de la saga Bond. La partitura que creó para esta película se aparta de las composiciones tradicionales de la serie e introduce sintetizadores cercanos a la música disco, en las antípodas de la disciplina más tradicional de John Barry, músico de cabecera del espía británico. En los ochenta sigue componiendo bandas sonoras (La decisión de Sophie de 1982 fue la más celebrada de ellas) y arreglando canciones para artistas como Aretha Franklin o los Carpenters. Su reencuentro artístico con Barbra Streisand en los noventa le valió varios Emmy. Trabajó hasta el final, dirigiendo a varias orquestas de todos los Estados Unidos y preparando la música de una película para la HBO sobre la vida del pianista y showman Liberace, otro niño prodigio con formación clásica que devino en artista de masas.