- by Victor Iriarte Ruiz
- on 12th agosto 2008
- in agenda teatral
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Animalario ensaya Urtain, de Juan Cavestany, una crítica a la España de Franco personificada en el boxeador vasco
A José Manuel Ibar, Urtain, le fotografiaron por última vez a los pies de un décimo piso desde donde se había arrojado tras tomar carrerilla en el salón y saltar la barandilla. Era un 22 de julio de 1992. Tenía 49 años. El mito se derrumbaba. «Conmigo no puede nadie. Con Urtain solamente puede Urtain», afirmaba. Y así fue. Su nombre dio la vuelta al mundo. Todos querían ser como él, pero el forzudo vasco que un día salió del caserío y saboreó las mieles del éxito no pudo más y se dejó vencer. Una orden de desahucio por impago le obligaba a salir de su casa. «¿Qué he hecho yo para que todo lo que hago sea tan sucio?», afirmaba.
Su suicidio será la primera escena de la obra que pondrá en escena Animalario el 25 de septiembre en el Centro Dramático Nacional. La compañía no podía soslayar la carga política de un personaje definido bien por Francisco Umbral: «Urtain, como el Régimen, ha sido fuerza para nada». Andrés Lima, director de Animalario ve «una metáfora clara» en el ascenso y caída del morrosko de Zestoa: «La historia de un hombre pequeño, peleándose de verdad con el mundo, intentando saber quién es, intentando descubrir».
Juan Cavestany ha escrito el texto, que comenzó a ensayar el pasado lunes de agosto y que nació como guión cinematográfico, y la dirige Andrés Lima. Su título es Urtain. «Urtain fue utilizado como símbolo, como marca. La del toro, la del coñac, la España con dos cojones, la España de raza que tanto gustaba a Franco. ¡Y encima era vasco! Necesitábamos un símbolo que saliera de la pobreza y el catetismo a base de ostias… ¡y lo encontramos!», explica Lima. Los políticos y la prensa se ocuparon de auparlo y cuando estaba en lo más alto del trapecio lo dejaron solo y sin red. Finales de los 70, la transición. «Urtain ya no interesa. El alcohol, el olvido y la falta de recursos se ocuparon del resto», cuenta Lima. Pura paradoja. Mientras el deporte español triunfaba en las olimpiadas de Barcelona 92, Urtain se suicida días antes en Madrid. «Siempre he pensado que todo el deporte, la competición, tiene algo de fascista, y en el caso de Urtain su raza tampoco le aseguro la pensión», relata Andrés Lima.
El actor Roberto Álamo, que ha participado en películas como Días de fútbol y Un buen día lo tiene cualquiera, encarna al boxeador en este «viaje hacia atrás de un suicida». Le acompañan algunos de los rostros más populares de la compañía: Alberto San Juan, Guillermo Toledo y Javier Gutiérrez, entre otros.
Urtain se ensaya estos días en un escenario presidido por un ring. La obra trasciende del relato biográfico-deportivo para rememorar una época. Además de las peleas, por la lona desfilarán coetáneos del boxeador: Franco, Adolfo Suárez, Raphael, Pedro Carrasco, el cómico Eugenio, Rocío Jurado, Manuel Alcántara, entonces cronista de las hazañas de Urtain en el diario Marca. «El espectador se sentirá como si le pegan una paliza», promete Lima. La obra nació hace seis años como un guión de cine escrito por Juan Cavestany para ser protagonizado por Javier Bardem. La película nunca se hizo. Cavestany, autor asimismo del libreto teatral, no encontró ninguna biografía del púgil. Sólo un libro de 1971 «bastante insultante y cruel» del periodista José María García, «que se dio a conocer gracias a denunciar los tongos de Urtain». Aquel mismo año, Manuel Summers convenció al boxeador en el cénit de su fama para protagonizar un inclasificable documental, Urtain, el rey de la selva… o así. «La historia de Urtain no podía ser meramente la historia de un juguete roto que culmina con un salto mortal al vacío», explica el guionista. «Decidí empezar por el final, conocido por todos, y caminar hacia el origen, envuelto en las tinieblas atávicas de la España profunda. No existía ninguna biografía de Urtain».
Todo lo que respeta a su vida y su carrera estaba desperdigado en las hemerotecas, las videotecas y los recuerdos a menudo contradictorios de quienes le conocieron. «Tuve que hacer un intenso trabajo de documentación y entrevistas para elaborar un esquema lo más completo posible de la vida de Urtain, y en ese empeño llegué a convertirme en un experto en el personaje», explica. Cuanto más se documentaba, más presente se le hacía la voz de Urtain desde ultratumba diciendo: «No sabes nada». Reflejo de la época Fue por entonces cuando cobró vida la idea de llevar el proyecto al teatro. Urtain fue un boxeador tan mediocre como lo era la España franquista de finales de los 60 y comienzos de los 70. Sin embargo, o tal vez gracias a ello, «alcanzó una gran fama y se convirtió en uno de los grandes personajes mediáticos de nuestro país».
Fue el director teatral Andrés Lima quien puso sobre la mesa una posible vía de trabajo: «La retórica de la crónica histórica no debía servirnos como herramienta para alcanzar un determinado fin, sino que era casi un fin en sí mismo». Urtain es un viaje a través de una España que se mueve por un camino marcado por la sangre y la política, el destino y la fabricación, la inocencia y la mentira, el deseo atormentado y la posibilidad siempre fugaz del éxito. Según desvela Andrés Lima, la familia Ibar está al tanto de uno de los estrenos teatrales que más darán que hablar esta temporada. «Les respetamos mucho, pero no existen derechos de autor sobre la imagen de Urtain. No queremos meternos en la vida de un muerto, pero ha pasado el tiempo y ya se puede hablar sin rencor», afirma Lima.
Animalario no obviará cómo el franquismo supo aprovecharse de un vasco noble y bruto, que llenaba estadios justo cuando ETA nacía y al que apadrinó Vicente Gil, médico personal de Franco. «Un vasco que renegaba de la autodeterminación y se ponía a cantar el Cara al sol cuando se emborrachaba. El fruto de un país educado en la violencia y en el miedo, de ahí venía su desesperación».
¡Bienvenido de nuevo! Se te echaba de menos por aquí.
Un saludo
Hola Cao. También me alegro de leerte, creía que estabas todavía de excursión por los Cárpatos, o compitiendo en Pekín, siguiendo la inercia del país.
Está bien eso de que te echen de menos. Debe ser que la bloguería tiene algo de adictivo.
Ahora lo que se impone es una quedada en persona.
Nos vemos.
A mi edad ya no corresponde eso de las competiciones olímpicas. Me contento con cumplir mi cometido en Pamplona.
Cuenta conmigo para la quedada.
Saludos
Tuve la gran suerte de admirar esta fantástica obra de teatro en el Palau de Altea ayer y fue emocionante, con un protagonista genial en su caracterización. De lo mejor que he visto en estos últimos años: la escenificación, de hecho yo estaba yo estaba a dos metros de los actores, les podia hasta oler. Brillante escenografía y dirección de actores. Imperdonable perdérsela.