Crítica de danza de Teobaldos en Diario de Noticias de espectáculo del colectivo Crearte en Civivox Mendillorri
ESPECTÁCULO DEL COLECTIVO CREARTE. Bailarines: Begoña Garayalde, Angela Jaurrieta, Maddi Muñoz, Julia Razquin, Eneko Jiménez, Lucía Nieto, Óscar Pascual, Tamara Hurtado. Programa: The Kiss. Tempo. Partío en partes. Hidden memories. Aquí lejos. Entre cuerdas. Second Odalisque. Dicen que. Limerencia. Acteón. Mugi. Programación: la propia compañía. Lugar: civivox Mendillorri. Fecha: 10 de abril de 2017. Público: lleno (gratuito).
Bailando por el mundo
Son un grupo de bailarines -como siempre con descompensación masculina: cinco chicas y dos chicos- que están bailando por el mundo, en diversas escuelas y que se han juntado para mostrar sus coreografías y bailar juntos. El resultado es un espectáculo, variado, a modo de recital, con cortas intervenciones, muy entretenido, con muestras de alto nivel, algunos descubrimientos individuales muy interesantes, y un brillante remate de conjunto, que abre posibilidades a posteriores coreografías como compañía.
El comienzo es un paso a dos de Julia Razquin y Óscar López (ambos en Mariemma); van a aportar la vertiente más clásica de la gala; es un paso bien ejecutado, con dominio del bailarín como porteador, sensualidad en el cuerpo a cuerpo y unas magníficas elevaciones que, a mi juicio, merecían un fragmento musical más clásico. Julia, a solo, realizó una variación del Corsario con sólidas puntas. Y, Óscar -una de las grandes revelaciones de la tarde- una variación de Petipa, impresionante en saltos, dobles giros, y elegante fortaleza; le esperamos en un escenario más grande; aquí sólo pudo realizar la mitad del círculo.
En contraste, Lucía Nieto (en Amberes), baila una coreografía suya con música de metrónomo; robótica al comienzo, pero que deriva en unas rítmicas ondulaciones de muy bella transición del ritmo a la melodía. En paso a dos con Maddi Muñoz realizan un trabajo especular en gestos, algo abstracto, correcto, pero que no deja muy clara si la relación es de amor u odio. Maddi Muñoz (Saldsburgo), a solo, se marca una novedosa coreografía que aporta una especie de break dance a la copla popular; es una danza libre, rítmica, con riesgo y siempre muy musical. Eneko Jiménez (Mariemma) estudia danza española: sale a escena con una figura juncal, domina los giros sobre un pie, y el taconeo; se luce en la bulería, aunque no necesita exagerar el gesto en los plantes; su figura natural avala su flamenquería.
Ángela Jaurrieta (en María de Ávila), en su cuadro flamenco-argentino, lo tiene todo: excelente vestuario, figura, taconeo, castañuelas, movimiento de manos y, sobre todo, gracia innata. Su estética flamenca para Piazzola es todo un hallazgo de contrastada belleza y de elevación de ambos mundos. Begoña Garayalde (actualmente en Madrid) entrevera la estética de puntas clásicas con la danza contemporánea: es arriesgado, sale airosa, pero su esbelta figura quizás nos lleve más hacia el clásico. Tamara Hurtado (en María de Ávila), se luce con la bata de cola, siempre una prenda difícil de manejar; su baile, más bien lírico, es expresivo en las manos, y rompe en el taconeo cuando entra el tema en Turina.
Todos terminan la velada con una preciosa coreografía en la línea -para entendernos- de Mediterráneo de Duato, por la vitalidad, luz, colorido y optimismo que trasmite. Con una simetría ya de compañía y una descomposición en grupos admirable. Con algún ajuste en luces, este espectáculo merece girar por las casas de cultura.
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