Los recortes en el departamento de Cultura y la no concesión de la Capitalidad Cultural 2016 a Pamplona no deberían ser titulares, ya que la rutina, lo cotidiano, la inercia… no debería ser noticia.

La excusa: la crisis, la realidad: la ineficacia de unos departamentos culturales, y nos referimos tanto al Ayuntamiento de Pamplona, como al Gobierno de Navarra, que nunca han entendido que su función es servir al ciudadano y trabajar para proteger y cuidar su identidad cultural. Si ni siquiera en tiempos de bonanza lo entendieron, ¡qué podemos esperar ahora!

Y no estamos pidiendo más dinero (lo hemos dicho en infinitas ocasiones) sino que lo que hay, sea gestionado con responsabilidad para que se subsanen deficiencias imperiosas de dichos departamentos de Cultura como: un Plan Estratégico de Cultura, estudios del sector, observatorios culturales, etc.

Porque ¿cuál es nuestra identidad cultural? Gracias a las actuaciones de nuestros responsables culturales a lo largo de los últimos treinta años, podemos concluir que nuestra identidad cultural es inexistente pero está basada en dos principios muy ligados a nuestro refranero popular:

Principio nº 1: «Ande o no ande, caballo grande». Las infraestructuras culturales deben cumplir los siguientes requisitos: ser edificios faraónicos que provoquen polémica. Tener deficiencias de base que tarden años en solventarse. Provocar gastos desproporcionados y desorbitados de mantenimiento. No tener en cuenta las necesidades reales del ciudadano.

Principio nº 2: «Aquí te pillo, aquí te mato». Esto es, organización arrebatada de eventos puntuales, celebración compulsiva de acontecimientos triviales y, por supuesto, no a cualquier precio. Es imprescindible que sean muy caros, muy espectaculares para los pocos que los disfrutan y muy incómodos para la inmensa mayoría que los sufre.

¿Hay que crear espacios culturales? Sí, rotundamente sí. ¿Hay que celebrar eventos? Sí, rotundamente sí. Pero nuestra identidad cultural no debería basarse única y exclusivamente en eso.

¿No sería interesante llenar dichos espacios de contenido «cultural»? ¿No sería positivo dotar a dichos espacios de una entidad cultural propia ofreciendo al ciudadano una programación estable, coherente, honesta, valiente, de calidad… que consolide nuestro público y cree otros nuevos?

¿No sería justo que los encargados de Cultura, sean del color que sean, y por primera vez en su historia, confiaran, cuidaran, promovieran, respetaran, apoyaran, protegieran, impulsaran… a los profesionales de las Artes Escénicas de Navarra para que, de una vez por todas, dicho sector crezca, se desarrolle, sea competitivo y consiga que su compromiso y su entrega tengan sus frutos?

¿No sería lógico aprovechar y ensalzar nuestra riqueza lingüística en lugar de repudiarla y menospreciarla?

¿No se debería gestionar el presupuesto que hay de manera justa y equitativa y no escudarse en una crisis de la cual todos somos conscientes pero que, para nada, es el problema de fondo?

Parece ser que, en Navarra, todo esto no es posible. Una vez más, comprobamos que ni nuestros departamentos de Cultura, ni los partidos políticos, responsables de vigilarlos, tienen ni el interés, ni el compromiso, ni la ambición de dotar a esta comunidad de una «verdadera» identidad cultural.

Y para muestra un botón, o mejor, tres:

1. Recortamos o retiramos las subvenciones para el mantenimiento de los museos (tan imprescindibles en el momento de su construcción) pero construimos otro.

2. Recortamos o retiramos las subvenciones para el mantenimiento de las bibliotecas pero construimos otra.

3. Recortamos o retiramos las subvenciones para equipar y programar en las Casas de Cultura pero construimos más.

Ante este panorama, proponemos a dichos departamentos de Cultura, que, a partir de ahora, en lugar de promocionar el Camino de Santiago y las fiestas de San Fermín (actos más que consolidados que, evidentemente, no necesitan de ninguna promoción especial) se esmeren en que, por lo menos, dichos actos sean novedosos. Por ejemplo: trasladar el chupinazo al Pabellón Arena o a la antigua sede de bomberos, organizar los encierros en el Circuito de los Arcos o animar a los peregrinos a un recorrido esotérico/exótico por nuestras incompletas, vacías y espectrales bibliotecas, museos y casas de cultura.

NAPAE (ANGEL SAGÜÉS, IBAN GARCÍA, MARISA SERRANO, MAITE REDÍN, BELÉN OTXOTORENA, ISABEL AISA Y ION IRÁIZOZ)