Crítica de teatro de Víctor Iriarte en Diario de Noticias de «Sin voz» y «Azul», de los Encuentros de Arte Joven, en la ENT
CRÍTICA TEATRO
SIN VOZ. Compañía: Mobati (Huarte). Coreografía, dirección e interpretación: Oihane Izco, Estíbaliz Garralda, Judith López, Haizea Etxeberria y Andrea Zambrano. Entrenadora: Marta Zubiri.
AZUL. Compañía: Otro Mundo (Mutilva). Texto y dirección: Iratxe García Úriz. Intérpretes: Blanca Tamarit (Lucía), Sara Sotés (Madre), Josu Zabala (Padre), Olaia Aramendia (Hermana), Marta Antón (Abuelo), Olalla Macalla (Abuela), Ariane Elizalde, Ignacio Goyache, Ion López, Alex Castillo, Carmen Pozueta, Marta Muñoz, Paula Vergara, Arantza Muro y Jhair Beltrán. Música: Ander Martín. Lugar: Escuela Navarra de Teatro. Fecha: Viernes 9 de septiembre. Público: 220 espectadores.
Excelente velada joven
La tercera y última sesión de los Encuentros de Arte Joven del Gobierno de Navarra concluyó con doble sesión. Actuó en primer lugar la compañía de danza Mobati, integrada por cinco jóvenes de 21 a 23 años que se han “jubilado” del Club Rítmica de Huarte, tras haber competido durante años como gimnastas. Su breve coreografía de 10 minutos es deudora de los fundamentos y destrezas de su disciplina deportiva, con pasos y recorridos calcados de los habituales de la gimnasia rítmica y un manejo de linternas con la técnica de las mazas, visualmente muy potente. Lucieron muy conjuntadas y clavaron los pasos, con fragmentos muy bien copiados de coreografías de danza contemporánea, y vestidas con elegantes conjuntos confeccionados por ellas mismas. El público no esperó al final para aplaudir su trabajo.
Otro Mundo, surgido de los talleres de teatro de Mutilva, ha obtenido el pasado mes de junio con Azul el premio nacional Buero Vallejo de teatro joven, lo cual no es una sorpresa porque desde hace tiempo desarrolla un trabajo sobresaliente de la mano de su directora, Iratxe García. Deudora de su propia trayectoria como actriz y atenta al estilo de grupos punteros sudamericanos vistos en Navarra, sus montajes se basan en una puesta en escena no realista que subraya los componentes líricos del relato, aunque esta vez ha introducido el humor. El argumento se estructura mediante escenas breves que incluyen textos fragmentarios, monólogos, coreografías musicales y escenas grupales en las que participa el colectivo al completo. A modo de coro griego, los chavales emergen del foro para protagonizar escenas breves.
Todos sus integrantes, pero especialmente varias de las chicas, logran un nivel de solvencia interpretativa excelente a pesar de su juventud, 17 años, y destacan por su perfecta dicción, seguridad absoluta en escena y naturalidad de movimientos. A diferencia de sus anteriores montajes, aquí alcanzan un grado de verdad interpretativa no visto antes, quizá porque hablan de temas como la infancia y juventud que les son cercanos, y no de la guerra (Otro Mundo) o la vida rural (Ciruela), temáticas alejadas de sus vivencias, donde se les notaba ese inevitable punto impostado. Aquí no actúan, son.
Es clave en el brillante resultado final su actriz principal, Blanca Tamarit, en su papel de niña “rarita” que prefiere esconderse en un baúl antes que salir a un mundo que no entiende y le agrede. Tiene un magnetismo brutal y una expresividad y naturalidad soberbias tanto en los monólogos como en los diálogos con sus familiares. Merece reseñarse el trabajo de las actrices que interpretan al abuelo y hermana, pues con ellas logra un contrapunto perfecto. En el trabajo grupal destacan las escenas de la escuela y la visita de las amigas-gallina, con un tono paródico muy cómico que sí encaja bien en la visión del mundo de la niña, aunque este mismo acento debiera ser rebajado en la interpretación los padres, por muy bien que defendieran los roles ambos actores.
La dramaturgia tiene el lastre de intentar embutir demasiadas cosas –el maltrato a la mujer, el abismo padres-hijos, el acoso escolar, la discapacidad, el derecho a la diferencia– y paga la falta de definición del género dramático, porque sorprende un desenlace trágico, que se presenta torpe y precipitado, y no encaja con el tono que preside la obra. Minucias. El público ovacionó al grupo, en justo pago a los 70 deliciosos minutos disfrutados.
POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias de Navarra el domingo 11 de septiembre de 2016.
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