CRÍTICA TEATRO

CUMPLEAÑOS (1616-2016). Intérprete: Saturnino García. Compañía: Minimal Teatro (Madrid). Autor: Textos de Cervantes, Shakespeare, Inés de la Cruz, Bécquer, Calderón, Rosalía de Castro, Machado y Lorca. Dirección: Víctor Matellano. Lugar: Civivox Condestable. Fecha: Lunes 18 de abril. Público: Ochenta espectadores.

Modesto aniversario

Los Civivox municipales se sumaron a la celebración del Día del Libro programando diversas actividades de animación a la lectura. Uno de esos modestos eventos fue la presencia de Saturnino García en el patio de Condestable. Es protagonista de una de las anécdotas más jugosas de la historia del cine español: haber sido galardonado en 1995 como actor Revelación en los premios Goya pasada la sesentena, por su papel protagónico en Justino, un asesino de la tercera edad, por cierto producida en Pamplona por José María Lara. Ahora, con 81 años cumplidos, reaparece sobre los escenarios para sorpresa de los que le habíamos perdido la pista, y según declara, por el puro placer de disfrutar de la interpretación frente al público.

Anunciado como un homenaje a Cervantes y Shakespeare, supongo que para aprovechar el nicho de mercado que se abre con la conmemoración del 400 aniversario de la muerte de ambos genios, el espectáculo Cumpleaños resultó un mix poco coherente de textos y poemas que responden sólo al gusto del intérprete leonés, al que hay que reconocer que los domina, pues no hubo fallos en los meritorios 80 minutos de  recitado.

El espectáculo, en cualquier caso, fue pobre y estuvo deficientemente preparado. Las músicas, efectos y voces en off que debían intercalarse en su espectáculo fueron manipuladas por un técnico del centro cultural, que no estaba familiarizado con el libreto. Apenas ensayado, hubo numerosos fallos, provocando parones, repeticiones y reprimendas del actor al técnico, mal simuladas con un tono cómico. Poco serio presentarse de esa guisa ante el público. La selección de textos de Saturnino García tampoco está especialmente cuidada, careciendo las prosas de momentos de clímax que permitieran un cierre en alto y llevaran al aplauso, quedando el recital deslavazado porque, además, en las pobres introducciones se vio muy inseguro al intérprete. Como recitador es desigual. Estuvo atinado en las recomendaciones de Shakespeare a los cómicos (Hamlet) y sentido en la última página del Quijote, que consiguió emocionar, y en el Romancero gitano, de Lorca, única vez que arrancó aplausos. Por el contrario, fue plano y monótono el recitado en Becquer, Calderón o Espronceda, sin apenas dar sentido al texto, y quedó ridículo el diálogo de Rocinante y Babieca. El público aplaudió el esfuerzo y también la trayectoria de un actor que ha dado sus mejores momentos en el cine.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el lunes 25 de abril de 2016.