CRÍTICA TEATRO

Bancarrota. Autor: Carlo Goldoni, adaptación de Álvaro Lizarrondo. Director: Fabio Mangolini. Intérpretes: Naiara Carmona, Ion Iraizoz, Daniel Llull, Txus Pellicer, Txema de Martín y Andrea Soto. Música original: David G. Igarreta. Producción: Acrónica Producciones (Navarra). Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Viernes 27 de marzo. Público: Media entrada.

Pre Goldoni

El apoyo del Gayarre al teatro navarro ha sido constante mediante producciones propias o con la fórmula de coproducción. La última modalidad es un premio al proyecto escénico que el Gobierno de Navarra inteligentemente refuerza con una ayuda a gira en los espacios de la Red de Teatros de Navarra en otoño. No supone una diferencia sustancial con lo anterior, pero sí es una buena operación de marketing, de lo que sabe mucho la actual directora del coliseo pamplonés, porque todo galardón “vende” y eso puede ayudar a la comercialización exterior, que es el talón de Aquiles de nuestro teatro.

El fallo, en noviembre, suscitó un sugestivo runrún, porque el proyecto ganador venía de la mano de Acrónica, empresa hasta ahora centrada en la parte técnica (los hermanos Bernués son unos artistas en iluminación, sonido y audiovisuales). Reunió a  un grupo de intérpretes navarros afincados en Madrid y ganó el concurso con una apuesta con bases sólidas: un elenco técnico y artístico solvente, un “Goldoni” desconocido en España, un director internacional de prestigio y una empresa de distribución puntera, mimbres suficientes para entrar en el circuito de festivales clásicos y colarse en programaciones regulares.

Bancarrota, de la que no consta que se haya representado en España, participa de las mismas preocupaciones que otras obras del veneciano, como Los afanes del veraneo, y fustiga a la burguesía que vive ahogada económicamente tratando de emular a la nobleza. La pieza ofrece una variante original: no es el viejo peletero Pantalone quien atesora el dinero, sino quien lo dilapida junto a su segunda esposa para desesperación del hijo.

Goldoni es comediógrafo. Escribe de la primera a la última línea de sus comedias pero, para crear los personajes, echa mano de los estereotipos que el público europeo reconocía fácilmente porque habían sido muy bien codificados en un estilo anterior de teatro improvisado (sin texto previo), basado en la mímica y la gesticulación excesiva, escatológico y tirando a chabacano: la Comedia del Arte. Criados sinvergüenzas, amos rijosos, jóvenes enamorados, el pedante, el bravucón… Lo hace también Moliére (su “avaro” es el más famoso Pantalone) y se usa mucho hoy día (por ejemplo, el reparto de Aida bebe de esa misma fuente).

Mangolini lleva conscientemente este Goldoni a un estadio anterior al de su escritura, a la comedia bufa, y lo subraya poniendo máscaras a cuatro caracteres, además de acentos regionales. Da gran vivacidad a diálogos y cambio de escenas y obtiene excelentes interpretaciones, especialmente del trío Llull, Iraizoz y una dúctil Naiara Carmona, que tuvo un mutis aplaudido. También son subrayables los figurines. La adaptación, sin embargo, genera problemas no sólo porque rebaja la elegancia de Goldoni, que es imperdonable, sino porque las motivaciones de los personajes son confusas, las líneas de acción no engarzan bien, hay escenas descompensadas y los chistes de actualidad… en fin. Las tres canciones no llegan a configurar un leitmotiv y no cumplen, por tanto, el encargo del director de hacerse pegadizas. Los audiovisuales, al principio prometedores, nunca terminan de rescatar una puesta en escena pobre, aunque bien exprimida. La opción elegida para el montaje es legítima y el público rió en bastantes momentos.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el miércoles 1 de abril de 2015.