CRÍTICA TEATRO

La fuerza del destino. Producción: Mapi Molina (Madrid). Músicas: José María y Nacho Cano. Dirección: Hansel Cereza. Guión: Jesús Sanz Sebastián y Pedro Casas. Intérpretes: Edu Morlans, Ángel Muñiz, Cintia Rosado, Sara Grávalos y Gonzalo Alcain. Músicos: Isbel Noa (teclados y dirección), Goiko Martínez (batería), Pepe Curioni (bajo), Iván del Castillo (viento y percusión) y Richie Palacín (guitarra). Lugar: Baluarte. Fecha: Viernes 19 de diciembre. Público: 250 espectadores.

Fuerza e indefinición

Hoy no me puedo levantar es el espectáculo que más público ha llevado a Baluarte junto a Mamma Mia! Ese musical a partir de las canciones del grupo madrileño es uno de los grandes éxitos del teatro español y pudo competir de tú a tú con las producciones “importadas” que pueblan la Gran Vía madrileña. Y demostró el tirón que mantiene el trío. Se ha popularizado desde hace relativamente poco tiempo otro tipo de show que se denomina genéricamente “Tributo” y que consiste en que una banda de primer nivel “certifica” a unos clones y les permite cantar su repertorio siguiendo al milímetro la partitura y los timbres de voz, así como el vestuario y la puesta en escena del grupo original. El negocio es redondo, pues no agota a las estrellas, genera derechos de autor, vende merchandaising y el público asiste complacido a un  sucedáneo de gran calidad.

Lo que programó Baluarte al comienzo de la Navidad fue algo intermedio, y diría que presuntuoso. Tiene de criticable que induce a confusión, pues en la promoción se añadía al título la coletilla “El musical”, que sin embargo no aparece en el programa de mano, ahí si bien definido como “Espectáculo homenaje a Mecano”. Y no es un musical, aunque tiene un amago de guión y una sucesión de esquetches, todos lamentables, pues además de simplones buscaban ser graciosos sin conseguirlo. Se inicia como un viaje en metro, aunque luego esa idea se pierde. Varios temas son presentados mediante escenas al uso, de una obviedad pasmosa, ya que las letras de muchas canciones, además de ser muy visuales, contienen su pequeña historia. Se aprovechó ese mínimo fermento dramático más que el poso lírico, puesto que los Cano no dan para filósofos ni poetas y tienden al ripio en sus letras.

Salvando eso, todo lo demás en La fuerza del destino es de elevada calidad: los vídeos y proyecciones, el vívido ritmo que permite ir de tema a tema sin pausas y logrando un crescendo en cada parte, la cuidada iluminación, muy pensada para subrayar cada una de las partituras –muy variadas, pues hay rock, pop, rumba, salsa, flamenco, jazz– con iluminación teatral y otra más propia de los conciertos en vivo. También es destacable el vestuario, variado y profuso, con la única excepción del ridículo usado en Cementerio, y prácticamente cada coreografía se bailó con uno diferente.

Salieron a escena nueve bailarines, bien coordinados, con duetos de danza contemporánea y una meritoria intervención flamenca. Los cinco músicos eran excelentes. Cinco voces, tres de ellas de varones, cantaron el repertorio: 21 temas completos y medleys con otros 16. Como actores, resolvieron bien los diálogos y alguno, como Edu Morlans, “maestro de ceremonias”, demostró solvencia como intérprete. Todos han participado en musicales y se les nota buena formación coreográfica. No se quedaron en el “tributo”, es decir, no mimetizaron y dieron su toque personal a cada canción.

Hubo muy poco público, pero quizá era el peor día del año para programar, por la abundancia de cenas de empresa, compromisos prenavideños y compras (y se habían programado dos funciones más). Eso sí, había desde niños a abuelos, con abundancia de incondicionales que sobrepasan la cuarentena. Bailaron, aplaudieron y disfrutaron.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el domingo 28 de diciembre de 2014.