CRÍTICA TEATRO

Delicadas. Texto y dirección: Alfredo Sanzol. Producción: T de Teatre (Barcelona). Intérpretes: Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla, Albert Ribalta, Jordi Rico y Ágata Roca. Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar. Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Sábado 6 de septiembre. Público: Un tercio.

Delicadas paradojas

En retórica, la paradoja es una expresión que es tan verdad como su contraria. Delicadas dramatiza los recuerdos de infancia de un Sanzol arropado por su abuela materna y sus tías en los veranos de Quintanavides (Burgos) y es un maravilloso compendio de paradojas. Es una obra verborreica –los personajes hablan muchísimo–, pero trata del silencio: lo que no se podía decir, lo que era mejor callar, lo que no debían escuchar los niños… Escrita con mucha ternura y humor, está latente el miedo: a los soldados, al ratón, al cura, a ser despedida, a quedarse soltera, al marido que llega bebido de la taberna, al qué dirán, al Alzheimer, a la muerte… La escenografía (excelente) es un patio castellano –piso de cemento decorado con cantos rodados– y un cielo abierto maravilloso, pero envuelve un mundo cerrado, geográfico y mental, y lo mejor parece quedar siempre fuera de campo, un poco más allá –el avión, el TER, la camioneta del pescado, el novio, Bilbao–. Es una obra sobre la Guerra Civil y la postguerra, con sus miserias y peajes, pero se estira hasta veinte años antes –cuando el primer avión cruzó la Península sin escalas– y llega al euro y a Internet sin orden cronológico, lo que configura un tiempo real y a la vez etéreo, que ayuda a la comprensión global de la pieza.

Finalmente, es una obra sobre las mujeres y su universo matriarcal, pero es radicalmente masculina, puesto que no nos las explica, sino que ofrece la visión deformada y seguramente mítica que de ellas se construye el niño. Por eso razón, los varones adultos aparecen en escena un punto caricaturizados –capidisminuidos, ajenos, manejables–. Para el Sanzol de 7 años, también ellos eran algo lejano y misterioso. No sólo no desentona ese coqueteo con la farsa, sino que permite al autor momentos extraordinariamente cómicos, como el solo de platillos o el incidente de la mascota.

Delicadas fue el primer encargo de la veterana compañía catalana al autor navarro (luego llegó Aventura!, que se vio en el Gayarre el pasado mes de noviembre). El acuerdo era escribir y dirigir para un reparto ya cerrado de 4 mujeres y 2 hombres y el resultado es un Sanzol “pata negra”. Son 18 esquetches independientes que conforman una pieza unitaria, con el mismo sello de Risas y destrucción, Sí  pero no lo soy, Días estupendos y En la luna. Y su misma calidad. Por esas cosas extrañas del teatro español, el autor recibió el premio Max al mejor texto ¡en catalán! La obra, que habla de cosas minúsculas pero reconocibles por todos, es por eso mismo universal y funciona en cualquier idioma.

T de Teatre está formado por buenos intérpretes y ha captado con precisión la esencia sanzoliana. Todos los actores tienen su oportunidad para brillar en ese continuo baile de personajes y siempre entran “arriba” a escena, con su energía al ciento por ciento, que no es fácil en textos fragmentarios. Es cierto que una actriz comenzó un parlamento con un ligero acento catalán, que corrigió antes de concluirlo, y que hubo algunos fallos en el texto, fruto sin duda de representar una obra esporádicamente, en paralelo a otros montajes. Y es que Delicadas lleva en cartel 4 años. Tarde, pero al fin se programó en Pamplona. La pena, el escaso público.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el lunes 8 de septiembre de 2014.