La actriz madrileña Julia Trujillo, de 81 años, falleció este martes en Majadahonda (Madrid) tras sufrir un infarto de miocardio, que la dejó en coma irreversible. Hoy jueves será enterrada en la capital. Julia Trujillo dijo en muchas ocasiones: “La vocación de toda mi vida desde los 14 años: trabajar, trabajar y trabajar en el teatro”. Y así ha sido hasta el final, ya que la veterana actriz Julia Trujillo iba a retomar tras las vacaciones estivales las representaciones de su último trabajo De par en par, versión dramatúrgica de Ileanna Simancas, inspirada en los monólogos originales de Mujeres de par en par, de la venezolana Indira Páez, donde Trujillo interpretaba con todo su buen oficio, que era mucho, a una madre de las que le enseñaron que el matrimonio era aguante y poco más.

La actriz, que desde 1958 no dejó de recibir premios y galardones, alguno internacionales, decía del oficio que empezó a ejercer siendo adolescente: “Bendita profesión que te permite soltar todas tus fobias y tus filias en un escenario, en lugar del diván de un psicólogo”. El dramaturgo Miguel Mihura, con el que Trujillo mantuvo una buena amistad, le dijo un día: “Julia no sé lo que te deparará la vida a largo plazo, pero de lo que estoy seguro es que tu vivirás siempre de esta profesión”. Esta mujer desde siempre animaba mucho a los jóvenes actores, con los que mantenía un buen feeling. Para ellos escribió en una ocasión: “Ahora que iniciáis vuestra andadura tomad esta profesión con amor y vivir con intensidad todos los roles. No hay nada más real que la irrealidad de un buen texto representado en el teatro”.

Trujillo procedía de la Compañía Nacional del Teatro María Guerrero, donde bajo la dirección del gran José Luis Alonso (famoso por trabajar con las mejores actrices), estrenó obras de Valle-Inclán, Pirandello, Gorky, Bertolt Brecht y Galdós, entre otros. Permaneció en dicha compañía, con la que hizo giras por Europa y América durante diez años. En 1980 formó con Manuel Canseco, con quien estuvo casada muchos años y quien no se ha movido estos días del hospital, la Compañía Española de Teatro Clásico. Montaron obras de Calderón, Tirso de Molina, Lope de Vega y otros autores del barroco español, además de grecolatinos como Eurípides y Aristófanes.

Unos años después se hizo cargo del Teatro Lara, espacio en el que protagonizó importantes textos de autores españoles y extranjeros, hasta que en 1988 pasó a formar parte de compañías de directores y productores como Gustavo Pérez Puig, Enrique Cornejo, Francisco Nieva y Justo Alonso. Estuvo cuatro años en el Teatro Español con Pérez Puig y Mara Recatero, a quien precisamente “fichó” hace unos meses para que dirigiera El hotelito, de Antonio Gala, una producción de la Fundación Casa del Actor, que se estrenará el próximo 5 de septiembre en el Teatro Fernán-Gómez. Entre sus últimos trabajos están Don Juan Tenorio, con Eduardo Vasco; Misericordia, de Galdós, y La decente, de Mihura, con Canseco; Divinas palabras, de Valle-Inclán en el Centro Dramático Nacional, con Gerardo Vera; Nada es lo que parece, con Juan Antonio Quintana, El Tartufo en el Festival de Almagro, así como unos recitales de poesía llamados De Miguel a Miguel, sobre Miguel Hernández, con Manuel Gallardo.

Su libro de memorias La cuerda floja, escrito en 2010, pone de relieve su vida de entrega absoluta al teatro, aunque también trabajó mucho en cine y televisión, y al proyecto de la Casa del Actor. Trujillo estuvo pergeñando con el director Eduardo Vasco para su fundación un proyecto alrededor de Don Juan Tenorio los pasados meses de junio y julio. Quería no solo recaudar fondos para La Casa del Actor para revitalizar el proyecto, tantas veces frenado por diversas circunstancias, sino también involucrar a numerosos profesionales del teatro y en especial a las nuevas generaciones de actores. Trujillo y Vasco pensaban que La Casa del Actor era un proyecto con el que no estaban involucrados los jóvenes actores, muchos de los cuales desconocen su objetivo fundamental: la construcción de un complejo que combine la dimensión sociocultural y la asistencial, cuyo público destinatario son los artistas e intérpretes en general. La idea de La Casa del Actor surge en 1982, al ponerse de manifiesto la precaria situación en la que quedaban muchos profesionales al retirarse de la escena pública, debido al tratamiento que tenían los artistas a los efectos del Régimen Especial ante la Seguridad Social y su progresiva equiparación al Régimen General, que no se produce hasta 1999. Trujillo estuvo desde los orígenes en 1989, cuando se creó la Asociación Casa del Actor, y en 1996 la Fundación La Casa del Actor, con un patronato compuesto por ella como presidenta y los actores Beatriz Carvajal, María José Alfonso, María Kosty, Manuel Galiana e Iñaki Miramón, como patronos.