La Compañía Nacional de Danza estrena en Pamplona su «Cascanueces», versión de José Carlos Martínez, con música de la OSN en directo
Baluarte programa viernes y sábado su tercer espectáculo de la programación propia. Lo hace a lo grande: un gran ballet bailado en directo con orquesta sinfónica en el foso, algo que no es fácil de disfrutar, ni en Pamplona ni en las grandes capitales. Será el estreno absoluto de El cascanueces de la Compañía Nacional de Danza (CND), una versión «completamente nueva» para el elenco que dirige José Carlos Martínez y en la que destaca la «magia» que se ha recreado con la danza e incluso con números de ilusionismo. La compañía ha ensayado toda esta semana en el Baluarte de Pamplona, cuya fundación pública se ha implicado con toda su infraestructura y ha aportado además su Orquesta Sinfónica de Navarra (OSN) en el foso para interpretar en directo la partitura de Tchaikovsky.
Será el viernes y sábado, a las 20 horas, en la sala principal, con precios a 42, 28 y 18€ / Baluarte Joven: desde 5€
José Carlos Martínez ha enmarcado la elección del Cascanueces en la nueva etapa de la compañía, que cumple 40 años, tras su anterior perfil de obras más contemporáneas y, tras recordar el Don Quijote de 2015, ha indicado que este nuevo clásico que incorporan a su repertorio «es el espectáculo más grande de los ocho años» en los que él lleva al frente. Ha recordado que la CND hizo un Cascanueces hace tres décadas, pero ha señalado que esta versión «es una producción «totalmente nueva», sin ningún resto de la anterior ni en coreografía ni en vestuario, y ha valorado lo «bonito» que es el que no siempre se hagan los estrenos en Madrid, aunque la obra girará a partir de Pamplona, de donde se llevarán grabada la música con la OSN para utilizarla allí donde actúen sin músicos en directo.
Sobre el montaje, el director ha dicho que este Cascanueces «sigue la tradición, con libreto de Marius Petipa aunque con pequeños cambios», y con una escenografía que «evoca los sitios a donde vamos sin demostrarlos demasiado», ha dicho tras recordar que la obra recrea los viajes que en sueños hace la protagonista, Clara, en una noche de Navidad en la que sus muñecos cobran vida. Por ello, Martínez ha destacado que este ballet rezuma «magia» en dos niveles, el que aporta la danza y la escenografía, pero también el personaje de Drosselmeyer, un prestidigitador que regala a Clara un cascanueces con forma de soldadito de madera, y que sobre el escenario se muestra con números propios de un mago. Todo ello hace de este «un espectáculo para niños» por sus números de magia pero «también para adultos», por sus «momentos oscuros y de intriga», ha dicho el director, satisfecho con el resultado, pues ayer fue el primer día del ensayo conjunto con todos los grupos que participan y se pudo hacer completo «ya el primer día».
También de magia ha hablado la escenógrafa Mónica Boromello, quien ha reconocido que tras los «infinitos cascanueces» que se han hecho hasta la fecha se trataba de «buscar el nuestro», lo que se ha conseguido con una «dramaturgia plástica, un poco simbólica o abstracta, pero que creo que está en la atmósfera de la Navidad» que prima en este «cuento» que es la obra. Dadas las características del montaje, se ha contado con un director de magia, Manu Vera, quien ha valorado la «gran capacidad de trabajo» de los bailarines, que ha permitido «poner el listón más alto de lo que en principio íbamos a hacer con ellos» y ha permitido ofrecer «un número técnicamente muy complejo» de ilusionismo.
Esta «superproducción», como la ha definido el director, cuenta con el diseño de vestuario a cargo de Iñaki Cobos, un joven navarro que ha ideado los 140 trajes diferentes que vestirán los 45 bailarines sobre el escenario. La responsable de la iluminación, Olga García, ha explicado que su trabajo ha consistido en poner la luz para apoyar «el viaje de fantasía, elegancia y magia» que es esta obra, con «cambios atmosféricos dentro de una luz sobria».
Al frente de la Orquesta Sinfónica de Navarra se pondrá Manuel Coves, quien ha valorado el «excelente momento» de la OSN y ha ponderado su labor, con «un punto de dificultad» ya que la única referencia para la orquesta es el director, lo que le diferencia de un acompañamiento en una ópera, en la que interactúa con los cantantes. Esto es «más arriesgado pero más divertido» y «no deja de ser un cuento bailado», ha señalado Coves, quien también dirigirá en uno de los momentos a la Coral de Cámara de Pamplona, que interviene desde el foso, y se suma a la participación navarra junto a la de un grupo de cinco niños de la escuela de ballet Almudena Lobón.
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