CRÍTICA TEATRO

AMORES MINÚSCULOS, DEL CÓMIC AL TEATRO. Productora: Los Zurdos (Edu Díaz, Diego Rebollo e Iñaki Nieto) (Madrid). Autor: Iñaki Nieto, a partir del cómic de Alfonso Casas. Dirección: Iñaki Nieto. Intérpretes: Adela Silvestre, Cristian Valencia, Dodi de Miguel, Álbert Piguillem, Álbert Montes y Núria Florensa. Lugar: Casa de Cultura Carmen Thyssen-Bornemisza de Los Arcos. Fecha: Viernes 23 de septiembre. Público: 220 espectadores, lleno.

Finales felices

Se llama Iñaki Nieto, es de Los Arcos, estudió teatro en la Escuela Municipal de Madrid y en la capital comenzó su trayectoria creativa. Con su productora, Los Zurdos, tuvo la intuición de adaptar al teatro un cómic sentimental y amable del barcelonés Alfonso Casas, bastante difundido entre los amantes del género. La previsión era dos semanas  en una sala requetealternativa, Nave 73, pero se coló después en el off del Teatro Lara, el sótano de un teatro histórico que está viviendo una segunda edad dorada. Es un semillero de propuestas ruinoso económicamente para los artistas –lo normal es trabajar  un día fijo a la semana, para menos de 50 espectadores– pero un escaparate inmejorable para quienes arrancan. El boca-oreja funcionó y ahí sigue después de dos años: pasó al Nuevo Apolo (donde actuó la navarra Adriana Salvo) y el Capitol, en Barcelona, la ciudad que inspira la novela gráfica. Este verano, su primera gira. Ha obligado a un esfuerzo titánico, porque se ensayó y representó en Madrid con dos elencos diferentes, 12 actores que turnaban para representar a los 6 caracteres y evitar cancelaciones, y ahora se mueve con un tercer reparto, catalán, que ha impreso juventud a los personajes y bastante más humor. Iñaki Nieto, conviene anotar su nombre.

¿Por qué el éxito? La obra transmite verdad, gracias a unos seres muy bien trazados en el cómic y, por tanto, reconocibles, y unos diálogos que poetizan el lenguaje urbano crudo y sintético de esos chavales a punto de alcanzar la treintena, ya emancipados, pero muy desnortados sentimentalmente. Seis personajes que no han logrado estabilizar una relación que termine dando sentido a sus vidas, aunque simulen o nieguen su frustración, lo que los hace enternecedores: “Pero estoy bien, ¿eh?; estoy bien”, explica Laura al público. Trabajan en lo que cae, comparten pisos y se inyectan dosis de optimismo artificioso con juergas y relaciones esporádicas mientras tratan de buscarse un lugar en el mundo. Laura, cuadriculada y maniática, es la mejor amiga de Nacho, gay, quien mete horas pintando a ese chico que pasa por la plaza cada día a la misma hora. Comparte piso con Jaime, que quiere ser escritor y sólo consigue arrancar la novela cuando conecta con la misteriosa y gótica Eva. El público conoce sus anhelos y, por eso, sus torpezas revuelven el patio de butacas, que espera impaciente ver cómo acaba aquello.

Adela Silvestre, actriz extraordinaria con una comicidad explosiva, encarna a Laura, tan patética cuando quiere ligar con el metrosexual Carlos, magníficamente dibujado por Cristian Valencia, como inteligente al rechazarlo para una relación de “aquí te pillo aquí te mato”, lo que termina despertando al chaval. Sus escenas de tanteo provocan innumerables carcajadas. En el registro intimista se mueve muy bien Albert Piguillem como Nacho, dando un tono emotivo a su pulsión por David, quien no ha descubierto su orientación sexual. Jaime y Eva viven un amor “fou” que parece tener fecha de caducidad y preanuncia un final trágico. El director mantiene siempre en escena a los actores para resolver la tramoya, imprime frescura a diálogos y monólogos, entrecruza con ritmo vivo las tramas y gradúa sabiamente la tensión hasta el desenlace, un canto a los “finales felices” en el amor. El público aplaude cada uno de ellos y ovaciona al elenco y a su director, agradeciendo que les haya tocado la fibra sensible con exquisita sensibilidad.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias de Navarra el lunes 26 de septiembre de 2016.