CRÍTICA DE DANZA.

PERFORMANCESObra: Creada e interpretada por el coreógrafo y bailarín Javier Martín. Lugar: Corredores expositivos del Museo Universidad de Navarra. Fecha: 5 de marzo de 2015.

El movimiento interior de Javier Martín

Javier Martín tiene ese andar pisando querubines cuando rodea los enormes cubos de madera quemada de la sala de exposiciones del MUN. Martín es un bailarín que conoce cada centímetro de la musculatura que produce el movimiento. Incluso el más cotidiano, el simple caminar que, en su paso y figura -un poco Giacometti- es firme, pero cuidadoso y volátil. Con un fondo musical grabado, un tanto grumoso, que deviene en rítmico, pero sin condicionar las evoluciones, el bailarín comienza, desde el cuerpo recogido sobre el suelo, a soltar movimientos de brazos y manos, como un manantial inagotable de figuras que surgen y regresan a su fuente. Es Javier Martín un conocedor del cuerpo desde la fisiología, y a partir de ahí, las posturas parecen infinitas, angulares unas, ondulares otras; con forzamiento visual, pero, a la vez, con natural surgimiento desde el tronco, como ramas -algunas extrañas-, pero lógicas.

Hay un contraste buscado entre la quietud inquebrantable, gigantesca y sólida de los cubos ennegrecidos del Black Forest, y el movimiento perpetuo del bailarín, también de negro, que pulula alrededor, desde crisálida hasta corredor dominguero. Es, por lo menos, lo que a algunos sugería su performance, su improvisación de pequeño gusano entre ese bosque rotundo y ordenado.

Martín se toma muy en serio el acomodar cuerpo y movimiento: su charla magistral, días pasados, en el ambiente científico del edificio de medicina, avisó de las malas posturas, de que ritmo y tiempo no son lo mismo, pero se marcan; de que se puede bailar desde el silencio; de que hay que evitar los patrones que desde fuera de nosotros se imponen al cuerpo; de que la danza potencia la integridad; y de que los giros te pueden aportar un estado de liberación que, en realidad, nos da un poco de miedo alcanzar (los derviches, por ejemplo).

Y toda esa sabiduría -que llama la atención en persona tan joven-, se plasma en el dominio que exhibe en el plante sobre una pierna, por ejemplo, en la apropiación del espacio, acotado, si, pero que su ir y venir; y su quedarse quieto, va ensanchando, y consiguiendo horizontalidad humana ante la arbórea verticalidad impuesta.

Por Teobaldos. Publicado en Diario de Noticias el sábado 14 de marzo de 2015.