CRÍTICA TEATRO

Enchanté!. Compañía: Divinas (Cataluña). Idea original: Martí Torras y Divinas. Dramaturgia y dirección escénica: Martí Torras. Coreografías: Carla Móra. Intérpretes: Carla Móra (soprano), Irene Ruiz (Mezzo), Marta Móra (contralto), Juli Aymí (clarinete) y Bernat Font (pianista). Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Sábado 7 de febrero. Público: Lleno.

París seguía de fiesta

Enchanté! es un espectáculo musical de extraordinaria calidad. Son tres voces excelentes que le van como guante a la mano al repertorio que se popularizó en el mundo en las décadas de 1920 y 1930, difundido desde los cabarés centroeuropeos y parisinos, los clubes londineneses o los populares shows radiofónicos y cinematográficos en los Estados Unidos. Las tres “divinas” actúan acompañadas de dos excelentes músicos, cuyos instrumentos, piano y clarinete, empastan sorprendentemente bien, dando una dulzura especial a los temas más melódicos y explotando en los más animados. Las tres actrices-cantantes son además excelentes bailarinas y dominan los dispares estilos que incluyen en su espectáculo: los inicios del jazz exótico a lo Josephine Baker, las varietés francesas, el claqué, el cabaré alemán de entreguerras, música klezmer judía… hasta se atrevieron con pasos de ballet. Las coreografías, sencillas pero variadas, tienen además el mérito de desarrollarse en un espacio reducidísimo. En definitiva, se les nota un extraordinario oficio (cantaron 4 temas en francés, 3 en alemán, 6 en inglés y uno en hebreo) y se mueven en escena muy conjuntadas, por lo que el espectáculo funciona como un reloj, sin pausas ni errores, bien acompañadas por los efectos de luces y sonido.

Como actrices también demostraron muchas habilidades para este tipo de espectáculo teatral  al que tan injustamente se ha considerado menor, y brillaron en la   parodia de Hitler y el nazismo, vestidas con uniformes de las SA, aunque es cierto que alguna de las primeras escenas estuvo un tanto gritada y Marta Mora tiene que cuidar más la proyección de la voz, porque hubo frases que no se le entendieron bien.

He escrito que se trata de un gran espectáculo musical, y me reafirmo. Si así se hubiera anunciado, el buen sabor de boca con el que abandonas el teatro se prolongaría. El error es que “venden” bastante más en la información previa que suministran y, en ese sentido, el conjunto defrauda. No por lo que ofrece, que está muy bien, sino por lo que anuncia y no da. El problema es, claro, la dramaturgia, que es endeble y confusa, con escenas iniciales que no sabemos a donde van ni se les encuentra un sentido justo antes del cierre del espectáculo, que fue abrupto. Una alambrada junto a las candilejas tampoco ayuda a entender el lugar y el tiempo.

El recital, a pesar de lo que dice el programa de mano, no relata historia alguna, no se representa ningún drama, el humor es limitado y no se nos sumerge en un cabaré regido por tres actrices judías alemanas exiliadas en Francia, y es pena, porque daría mucho juego si conoces libros recientes como Y siguió la fiesta o 1940-1945, Années érotiques. El cabaré no puede ser “punto de encuentro de miembros de la resistencia francesa” si la acción se desarrolla en junio de 1940, antes de la caída de Francia. Sin invasión no puede haber comenzado ni la colaboración ni la resistencia, obviedad en la que parecen no haber caído. Me pongo tiquismiquis porque dan pie a ello. En un momento dado, cantan La vie en rose, cortado con un razonamiento que hizo reír al público: “Todavía no se ha compuesto”. Por esa misma razón, suena extemporáneo Lily Marleen, tema popular a partir de 1942 desde las emisiones de Radio Belgrado, con Yugoslavia bajo el yugo alemán.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el miércoles 11 de febrero de 2015.