Crítica de danza de Teobaldos en Diario de Noticias de «Mass Hysteria», de la compaía Two Women Machine Show, en Civivox Iturrama
MASS HYSTERIA. Compañía: Two-Women-Machine-Show. Concepto y puesta en escena: Kristine Hamann. Programación: Ciclo DanZ del Ayuntamiento de Pamplona. Lugar: Civivox Iturrama. Fecha: 6 de noviembre de 2014. Público: más de media entrada (3 euros).
Las masas manipuladas
La idea es original. La realización, perfecta. El espectáculo: hay que tenerle paciencia. El resultado final, inquietante. Las dos chicas danesas, que reciben al público, hieráticas, de negro y casi militares, se comportan, desde el punto de vista coreoútico, con una exactitud de máquinas, con una disciplina y control de los movimientos del cuerpo, absolutos, pero no robóticos. De ahí que todo lo que hagan sea convincente. Convicción que el espectador debe otorgarles una vez entendida la propuesta. Esta consiste en llevar a escena el comportamiento de la masa más o menos manipulada. Para ello eligen tres vídeos de los miles que circulan por Youtube. Aunque no se hayan visto, la cosa se entiende, pero es mejor verlos. El primero representa el llanto colectivo y manipulado del pueblo norcoreano a la muerte de Kim Jong II. Las bailarinas se apropian, casi fotográficamente, del movimiento y sonido de todo un país convertido en plañideras, un tanto surrealista, y que casi nos hace reír. El segundo narra la histeria colectiva a la que es capaz de llevar a un grupo de gente un predicador milagrero. El tercero, se refiere a la masa de los estadios de fútbol: esos hooligans apretados y vociferantes que pierden la personalidad a favor de una masa a punto explotar en cualquier momento, bien por el devenir del partido, o por cualquier consigna política. Esta última parte es la menos lucida; ciertamente, hacerse la idea de masa sólo con dos personas, es difícil.
Como contraste a estas tres viñetas del comportamiento colectivo de nuestro mundo globalizado y que dan qué pensar, las bailarinas hacen un ejercicio -simple, pero profundo- de danza: con el precioso concertante de ópera de Mozart, de fondo, el dúo trata de ir al fondo de la danza, no a la sincronización y pura simetría, sino al interior de la belleza del movimiento: las dos ruedan en la misma cadencia, pero no a la vez; como hace Mozart, que consigue la belleza suprema, a través de la disimetría de las voces: todas cantan distinto, pero lo mismo. En fin, esa metafísica de la danza, poniéndonos trascendentes, que tanto se busca.
Pero, lo mejor está al final. Cuando el espectáculo parece que ha acabado, y la gente otorga unos aplausos corteses -no es función de entusiasmo-, una voz en off, de animadora de estadio, va incitando al público a que se anime y aplauda, a que obedezca la consigna de ponerse una máscara, a que sea hooligan del espectáculo… Y lo consigue. Todo acaba como empezó, con la masa manipulada. Por supuesto, nadie del respetable se siente así. Aplauden porque quieren. También las lágrimas de los coreanos eran de verdad.
Por Teobaldos. Publicado en Diario de Noticias el miércoles 12 de noviembre de 2014.
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