Crítica de Víctor Iriarte en Diario de Noticias de «El eunuco», con Pepón Nieto y Anabel Alonso, en el Teatro Gayarre el sábado 4 de octubre
CRÍTICA TEATRO
El eunuco. Autor: Adaptación de Jordi Sánchez y Pepe Antón Gómez a partir de la obra de Terencio. Intérpretes: Pepón Nieto, Anabel Alonso, Marta Fernández Muro, Jorge Calvo, Antonio Pagudo, Jordi Vidal, María Ordóñez, Alejo Sauras y Eduardo Mayo. Dirección: Pep Antón Gómez. Producción: Pepón Nieto y Jordi Sánchez (Madrid). Lugar: Teatro Gayarre de Pamplona. Fecha: Sábado 4 de octubre. Público: Prácticamente lleno.
Carrera del cabaré al vodevil
Abrió su temporada el Gayarre con humor de éxito contrastado: la obra que ha batido el récord de espectadores del Festival de Mérida este verano y ha conseguido dos premios Ceres (del Público y a la joven actriz María Ordóñez). El eunuco es una de las seis obras conocidas del primer gran autor teatral africano, Publio Terencio Afer, esclavo cartaginés que ganó libertad, fama y dinero en Roma gracias al éxito de sus comedias. Se conservan seis. Esta pieza sobre un falso castrado se representó por primera vez en el 166 antes de Jesucristo y, pudimos comprobarlo, se conserva muy bien, aunque el libreto que han reescrito para el lucimiento de Pepón Nieto difiere no poco del original. Los 14 personajes se han reducido a 9 y se redondea el final feliz emparejando a todos los amantes mediante el recurso siempre efectivo de la anagnórisis (personajes que, en la escena final, descubren que son familia, lo que ayuda a solucionar el enredo). Lo más osado de esta versión es la conversión del militar y su edecán en gais, con lo que ningún amorío queda sin satisfacer. Es comedia romana prototípica (la prostituta que quiere conservar a su enamorado y al militar fanfarrón que la mantiene, el esclavo enredador que disfraza al joven de eunuco para que pueda entrar en la casa de la prostituta y enamorar a la joven esclava…), pero Terencio traslada la acción a Grecia porque enriqueció una comedia anterior de Menandro y para evitar suspicacias entre su público.
La versión, además, es un tanto más gamberra no sólo porque se abre con toques cabareteros, con intervenciones directas al público desde el patio de butacas, y continúa a partir del minuto 50 con temas musicales variopintos (desde rock a ritmos latinos), sino porque adquiere un carácter de vodevil en su parte final, con persecuciones, entradas y salidas que aceleran un ritmo ya de por sí vivo durante todo el montaje y que hace que tantos golpes de timón empasten bien, lo cual es mérito de la dirección.
La obra se la llevan de calle los más veteranos del reparto: Pepón Nieto como militar fanfarrón e inseguro y Anabel Alonso, que hace las delicias del público con sus mañas de putón que siempre logran engatusar a su clientela. Los diálogos de ambos son vibrantes hasta el punto de que, en la sesión del sábado, a ella le dio la risa en escena escuchando a Pepón farfullando como una metralleta con la lengua hinchada. Poco profesional, de acuerdo, pero una muestra del buen ambiente que se respira en el elenco, y que se transmite al patio de butacas. Junto a ellos, el gran Jorge Calvo en el papel de esclavo muñidor de la trama. Estuvieron muy por encima del reparto joven, con mucha menos vis cómica, con excepción de María Ordóñez, que compone un personaje de doncella nada ingenua que logró incluso un mutis aplaudido.
El escenario incluía un cubo gigante blanco –aséptico, funcional, baratito al tratarse de montaje de compañía privada– que sugiere nada y permite todo. Divide el escenario para simular calles y, ya descompuesto en paneles, prefigura los interiores de la casa. El vestuario fue tan disparatado como el montaje: un oficial alemán de la Gran Guerra, un legionario español, un dandy en canotier, ellas a la griega… ¿Y qué más da? El público estaba por la labor de reírse, y vaya que si disfrutó.
POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el jueves 9 de octubre de 2014.
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