Crítica de teatro de Víctor Iriarte en Diario de Noticias de «El escenario del crimen», de Gabalzeka de Tafalla, el viernes en Villava
CRÍTICA TEATRO
El escenario del crimen. Texto y dirección: Mikel Mikeo, Producción: Gabalzeka (Tafalla). Intérpretes: Javier Salvo, Amaia Esquiroz, Iosu Cabarbaien y Sebas Esquiroz. Figurines: Marisol García. Lugar: Casa de Cultura de Villava. Fecha: Viernes 26 de septiembre. Público: Más de media entrada.
Más de un crimen
Interesante la experiencia vivida en la segunda jornada del ciclo de teatro amateur de Villava. A diferencia de lo que suele ser habitual en grupos aficionados, donde la interpretación suele estar por debajo de la obra que se pone en escena, el veterano elenco tafallés brilló a una altura muy superior a la asignada a sus papeles y salvó un texto que, en manos menos hábiles, te deja frito en la butaca.
El escenario del crimen reúne una gran cantidad de elementos, todos desaprovechados. Quiere ser una obra policíaca, ya que la representación es el intento de descubrir al asesino de un actor entre los miembros de una compañía, aunque los personajes sean de sainete y se intercalen canciones, sin que se hayan asimilado los códigos del musical. Por momentos parece inspirarse en Por los pelos, un clásico de este teatro en el que el policía dialoga con los espectadores y éstos, al final, deciden quién es el asesino. Aquí es un quiero y soy incapaz: a ratos los personajes se dirigen al público y en otros se olvidan de él. Tampoco hay una línea de acción clara; de hecho, no pasa nada en escena más allá del jaleo de entradas y salidas forzadas por el autor para que unos personajes puedan hablar sin que otros les escuchen. El texto hurta al público lo que hace interesante esta fórmula cuando está bien escrita: las pistas para tratar de descubrir al asesino. Aquí no vemos el cadáver, las cuatro posibles causas de la muerte las va cantando el inspector cuando le place, el mobiliario promete mucho pero queda en puro decorado, pues no “interviene” en la acción, y, en coherencia con tanto desatino, el asesino finalmente tampoco está entre los que pisan el escenario.
Los diálogos, que por todo esto que digo se hacen eternos, carecen de ingenio. Otro recurso malbaratado es la obra ficticia que la compañía está interpretando en el momento del suceso: nos obligan a ver una escena pero no se relaciona con lo que está pasando. Eso sí que es un crimen autoral. La búsqueda de la gracia oscila entre el tópico y la comicidad burda –chistes fáciles, tacos, referencias de actualidad– y las letras de las canciones están rimadas a lo pobre, con verbos en futuro, diminutivos… ya me entienden.
Pero, afortunadamente, estaban en escena actores veteranísimos como Javier Salvo y Amaia Esquiroz, que sostienen con suficiencia la pieza bien arropados por sus dos compañeros. Construyen personajes mucho más complejos y superan el tópico del poli facha y la diva. Logran insuflar vida a esos pseudo personajes de tebeo que se han escapado de la viñeta y superan el lastre de no evolucionar en función de la peripecia con cambios de registro realizados con soltura. Ambos cantan con cuajo, bailan con desparpajo y salero y logran arrancar las carcajadas gracias a su comicidad gestual.
Gabalzeka se creó en 1969 y en poco llegará a las bodas de oro. Es un grupo que tiende a escoger dramas y lo que conocemos como “teatro comprometido”. Sin embargo, como los buenos vinos, ha decantado un cuarteto interpretativo que posee recursos sobrados para abordar cualquier estilo. Y con la garantía de que los intérpretes siempre salen a escena deliciosamente vestidos por Marisol García, que hizo un figurín de quitarse el sombrero para la única intérprete femenina del reparto.
POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el domingo 28 de septiembre de 2014.
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