CRÍTICA TEATRO

AMICO. Compañía: Bubamara Dance Theater (Navarra). Creación e interpretación: Iván García Úriz y Jon Barbarin. Lugar: Escuela Navarra de Teatro. Ciclo Golfos. Fecha: Domingo 16 de marzo. Público: Menos de media entrada.

Amicos para siempre

Txori García Úriz es uno de los jóvenes valores del teatro local (cada vez menos joven pero más talentoso) y ha dejado muestras de su buen hacer anteriormente. Jon Barbarin también se ha ganado su prestigio en propuestas muy variadas. Ambos son intérpretes formados para el teatro pero a la vez han demostrado un interés acusado por la danza. Han bailado en Tempomóbile y han coincidido en Kon Moción, un taller de formación permanente en danza que acostumbra a presentarse ante el público con propuestas innovadoras. Su falta de formación coreútica específica y desde jóvenes, que es clave en el desarrollo de una carrera en las artes del movimiento y siempre será un handicap para ambos, la compensan con mucho trabajo y una excelente condición física.

Tras ser invitados a crear dos piezas cortas para el programa “La muralla en danza” el pasado verano, confirmaron la buena química entre ellos y decidieron “estirar” una de las piezas, trabajarla en la sala de ensayos para ver si podía dar en un espectáculo. El proceso ha sido fructífero. Sobre la base de la música de bandas de bodas y funerales balcánicas de artistas como Goran Bregovic, popularizadas en el mundo por el cine de Emir Kusturica y Goran Paskaljevic, han creado una obra que mezcla el teatro físico, el clown, danza-teatro y momentos acrobáticos. Sin duda, uno de los puntos fuertes es que, bien caracterizados y vestidos, tienen un cierto parecido físico, lo que beneficia a las intenciones cómicas de una obra sin texto, donde la comunicación se basa en la repetición de algunas pocas palabras y onomatopeyas. Ambos tienen indudable vis cómica y sus rostros son muy expresivos, lo que les permite continuados chispazos de humor.

Amico está concebido a base de esquetches que se suceden sin interrupción a lo largo de una hora. Todos son ejecutados con precisión, aunque no sean en absoluto originales: la borrachera, el intercambio de vasos, sillas o sombreros cuando van a buenas y de sopapos cuando están a malas, etc. También tiene momentos un poco ventajistas, como los paseos por el patio de butacas o la bajada de pantalones. Los bailes alternan pasos de contemporánea y otros folklóricos eslavos.

El quiz es que no se vislumbra un atisbo de dramaturgia, porque la presencia de la guerra, que podría haber dado más juego, no configura un relato que modifique a los personajes. Éstos, además, están poco desarrollados y son indistintos: nada distingue a uno del otro. Quizá haber buceado más de las esencias del clown (y de comedia del arte) les hubiera permitido perfilar mejor los caracteres y articular un relato. Como suele ser habitual en las propuestas profesionales gestadas aquí, los trabajos sin escritura ni dirección o coreografía externas sufren a pesar de las buenas ideas exhibidas.

El público de la ENT es de natural reidor y aplaudidor, y siempre se muestra tremendamente generoso con los artistas que se han movido en su entorno, por lo que ambos creadores harían bien en testar su trabajo ante un patio de butacas más neutro, donde no abunden familiares y amigos, para hacerse una idea cabal de la recepción de la propuesta. Y también adaptarlo cuanto antes para la calle, que es uno de sus objetivos. Por el momento, se percibe que ellos se lo pasan muy bien ahí arriba, que son de verdad “amicos”.

POR VÍCTOR IRIARTE. Publicado el jueves 20 de marzo de 2014 en Diario de Noticias