Crítica de «Espacio vital (Lebensraum)», en el Teatro Gayarre, por Pedro Zabalza
Espacio vital (Lebensraum). Dirección: Jakop Ahlbom. Música: Alamo Race Track. Intérpretes: Yannick Grewendiger, Reinier Schimmel,Silke Hundertmark, Leonard Lucieer, Ralph Mulder. Lugar y fecha: Teatro Gayarre, 23/10/2013. Público: media sala.
Sin palabras
EL Teatro Gayarre ofrece una de esas contadas ocasiones de ver en Pamplona a una compañía internacional y esto es algo que no hay que dejar pasar, aunque sea un todavía cálido miércoles de octubre. Lebensraum (Espacio vital) es una creación del autor, actor y director Jakop Ahlbom inspirada, según afirma, en las comedias clásicas de cine mudo. Cita a Buster Keaton como influencia principal. Con ese modelo, construye una historia tan divertida como extraña, de un surrealismo onírico, sobre dos hombres que viven juntos en paz y armonía hasta que introducen en el hogar a una autómata femenina. Lo que en principio debería servir para organizar mejor ese espacio vital, acabará desembocando en el caos, la enemistad y la ruptura. Bueno, y como efecto colateral, también en el amor.
Todo el juego de teatro físico con el que se construye la obra, con el recurso al preceptivo slapstick, recuerdan efectivamente al cine de Keaton y de otros grandes maestros de la comedia sin palabras. Supongo que por ese robot femenino que actúa de catalizador del desastre, me viene a la cabeza otra referencia del cine mudo: Metrópolis, la obra maestra de Lang. Seguramente también por ese mencionado tono de irrealismo que preside la historia y que me parece más cercano al expresionismo de Lang que a los geniales divertimentos del cine de humor. También me acuerdo de Coppelia, el hermoso ballet sobre una muñeca que cobra vida. Y de una cosa más: Lebensraum era también el término que se empleó como excusa política para justificar el expansionismo alemán durante finales del XIX y la primera mitad del XX. Supongo que esto no tendrá nada que ver, pero me acojo al método de la asociación libre de ideas, que también es muy del surrealismo.
En fin, referencias más o menos alucinadas aparte, Lebensraum es un espectáculo con una personalidad especial; todo un universo concentrado en una sala de aire vintage, en la que las cosas no son lo que parecen o son más de lo que aparentan a simple vista: camas se transforman en pianos, paredes que se traspasan, o ventanas que devuelven al mismo lugar del que salen, como si ese cosmos estuviera conectado por agujeros de gusano en bucle. En este Espacio vital, la vida tiene otra textura.
Contribuye también a ese ambiente de mundo soñado la banda sonora que, como en toda película de cine mudo, interpretan en directo Ralph Mulder y Leonard Lucieer. No están fuera del espacio, como el clásico hombre del piano, sino que se integran en él; se mimetizan con él, más bien, con esos trajes idénticos al dibujo del papel de las paredes. Están, pero no están. Ceden todo el protagonismo a los actores, que dan una verdadera lección de precisión y de portento físico en la ejecución de todos los gags con los que se construye el montaje. Algo de dejar al espectador mudo y con la boca abierta. Y por encima de todo, la visión de Ahlbom integrando música, movimiento y humor en un todo coherente. Un espectáculo magnífico.
Pedro Zabalza, en Diario de Noticias y en el blog oscuro final.
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