Los primeros recuerdos habitan en el fondo de la memoria, en una «zona  oscura del cerebro», y reaparecen cada cierto tiempo, como flashes o  relámpagos. No sabemos con certeza si fueron reales o soñados, o si son  las dos cosas, pero son importantes porque explican quiénes somos y de  dónde venimos. Alfredo Sanzol (Pamplona, 1972) ha intentado llegar al  fondo de esa memoria -su memoria-, en un viaje al que nos invita ahora  en la obra En la luna, que llega hoy al Teatro Gayarre.

Quedan entradas a la venta al precio de 17, 13 y 8 euros.

Mediante sketches, Sanzol hila los primeros recuerdos de su infancia, transcurrida a mediados de la década de 1970, en plena Transición. Con humor y sensibilidad, el autor pamplonés plantea aquí un paseo lleno de ingenio y de emociones por esa infancia del postfranquismo, de la mano de los intérpretes Juan Codina, Luis Moreno, Palmira Ferrer, Jesús Noguero, Nuria Mencía y Lucia Quintana. Para ellos ha escrito esta obra, y de su mano nos traslada a un espacio de libertad en el que «los personajes no están sujetos a las leyes de la gravedad mental», explica.

La geografía de esos primeros recuerdos es, cómo no, Pamplona, donde transcurrió su infancia. «En la obra aparecen nombres de calles y otros lugares que para mí son muy cercanos y cotidianos, pero que al público de Madrid o de otras ciudades le resultan extraños, exóticos. Me hace gracia. Me encanta que la calle Monasterio de Urdax se haya convertido con En la luna en un lugar mítico», cuenta Alfredo Sanzol, quien reconoce que tenía pendiente este proyecto: «Ha estado siempre presente en todos mis espectáculos, pero nunca había puesto el punto de mira de una manera tan descarada en algo que para mí es muy frágil». En esta obra, los personajes no saben muy bien dónde están, saben que están en algún sitio, pero más o menos les da igual. «Es la sensación que tienes cuando eres niño. Estar en la Tierra te parece muy bien, pero podrías estar en Marte y también te vendría bien», dice el autor y director.