La ópera de tres centavos, de Bertolt Bretch con música de Kurt Weill, se puede ver hoy martes y mañana miércoles, a las 20.00 horas, en el Teatro Gayarre. Todavía quedan algunas entradas a precios que oscilan entre los 8 y los 19 euros.

La representación está protagonziada por Luis Tosar, quien tras 6 años de ausencia, vuelve al teatro para encarnar al mítico Mackie Navaja en el musical. Blanca Cendán, directora del Centro Dramático Galego, apuntó que, tras el estreno en junio, la obra ha sido vista por más de 12.000 espectadores, «lo que quiere decir que hemos tenidos llenos o casi llenos en todas las representaciones».
Por su parte, el actor César Goldi destacó el hecho de que prácticamente todo el equipo sea gallego. Además, Goldi hizo hincapié en el hecho de que los espectadores se van a encontrar con «una fiesta en la que se lo van a pasar muy bien pero, a la vez, verán reflejadas muchas de las cosas que pasan actualmente en esta especie de huida hacia delante del sistema que estamos viviendo».

Luis Tosar destacó lo insólito que resulta salir de gira con un espectáculo «que está montado en gallego y, de hecho, aunque el texto se ha adaptado al castellano, las canciones las hemos mantenido en gallego». En este sentido, Tosar matizó que fuera de Galicia la obra está funcionando especialmente bien, «ya que contamos con subtítulos para las canciones, lo que permite una mejor percepción de las letras… Siempre es complicado entender de qué van las canciones, sobre todo en una ópera, aunque esto tenga poco que ver con una ópera, excepto el título, pero sí tiene bastante parte lírica. Las letras de Bretch son maravillosas, ya que casi todas ellas son una declaración de intenciones tanto del teatro de aquella época como de la intención ideológica y política de Bretch y Weill. Y es que estamos hablando de 1928, una época en la que estaban pasando cosas muy importantes en el mundo. Y de todas estas cosas que estaban sucediendo, muchas parece que siguen pasando, por lo que la obra no puede estar más de actualidad». En este sentido, Tosar matizó que no se ha actualizado nada, «la traducción es literal; hay momentos en la función en los que el público se ríe, pero porque los nota cercanos. Esto evidencia que uno puede hablar de lo que sea, pero los conflictos humanos siguen siendo los mismos por muchos siglos que pasen».
Para Tosar, la obra «tiene mucha carga ideológica pero es un teatro de fiesta, de cabaret, pero con mucha ironía y autocrítica». La única licencia que se han tomado es que se cambia la coronación de la reina Victoria por la reciente visita del Papa.