Crítica de teatro de Víctor Iriarte en Diario de Noticias de «El florido pensil. Niñas», de Tanttaka, en el Teatro Gayarre
CRÍTICA TEATRO
EL FLORIDO PENSIL. NESKAK / NIÑAS. Compañía: Tanttaka Teatroa (País Vasco). Autor: Andrés Sopeña, adaptación de Kike Díaz de Rada. Dirección: Fernando Bernués y Mireia Gabilondo. Intérpretes: Loli Astoreka, Gurutze Beitia, Teresa Calo, Elena Irureta e Itziar Lazkano. Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Viernes 2 de septiembre, versión en euskera. Sábado 3, versión en castellano. Públicos: 140 y 500 espectadores.
Aquella risible escuela franquista
El gran éxito del teatro vasco en cuanto a funciones realizadas (más de 1.000) y espectadores tuvo lugar hace dos décadas cuando la compañía guipuzcoana Tanttaka trasladó a los escenarios el libro de Andrés Sopeña El florido pensil, que repasaba los métodos y contenidos de la escuela franquista de la inmediata postguerra. La necedad sin matices de aquel sistema pedagógico que incluía el castigo físico, la manipulación burda de la historia para acomodarla a la visión de un régimen totalitario fascista, la omnipresencia de la moral y religión católicas más retrógradas y la “formación del espíritu nacional” que no era sino propaganda descarada, vistos con perspectiva, eran totalmente risibles. Este título hacía preclara la fórmula que define un género dramático: Comedia = tragedia + tiempo.
Aquel montaje fue un éxito incontestable por la conexión que alcanzó con el público maduro que había conocido y sufrido el sistema, y por la curiosidad que despertaba entre las nuevas generaciones tamaña mentecatez. Ayudaron la propia adaptación del texto, una función compuesta a base de esquetches, lo que daba ritmo y variedad al montaje, y cinco intérpretes masculinos muy conocidos por su presencia en televisión, que se turnaban para representar distintos papeles, tanto de niños como de profesores. El esquema se ha calcado ahora en esta versión, Neskak / Niñas, sólo que centrado en la educación de la mujer. La escuela era segregada a partir de los 8 años y tenía miga, pues la etapa escolar para ellas estaba dirigida principalmente a formar amas de casa y madres. “La lectura en la mujer es pereza disimulada”, pontifica un personaje.
Los problemas matemáticos vistos desde la ingenua lógica infantil, las lecciones de geografía e historia de la “raza”, la catequización, las consignas falangistas, los curas rijosos y la desastrada educación sentimental que ofrece a escondidas la criada inmigrante arrancan ahora las mismas nuevas-viejas carcajadas. La adaptación también logra dejar un regusto amargo en el espectador cuando se hace alusión a “la hija del rojo” o se perciben en los diálogos de las niñas las distintas clases sociales, tan evidentes entonces. El montaje ofrece dos epílogos. En el primero, las actrices frente al público comentan algunas frases de figuras célebres del régimen sobre la mujer, que tienen tela. El segundo, con voz en off, describe cómo es la vida actual de aquella promoción del 57, cuya evolución vital venga aquel sistema botarate.
El montaje, sencillo, está bien ambientado musical y escenográficamente. Todo se desarrolla en un aula que preside un crucifijo y, escoltándolo, los retratos de Franco y José Antonio, aunque la movilidad de los pupitres permite trasladar la acción a una casa o un cine. Las cinco actrices son excelentes y logran dar credibilidad, aun subrayando el tratamiento irónico de sus personajes, a las niñas protagonistas. Loli Astoreka transmite con humor los apuros de ser la peor de la clase y calza las réplicas con maestría. Itzíar Lazkano borda el papel de niña bien. Logran momentos divertidísimos Gurutze Beitia, la actriz del reparto más hecha a la comedia, y las siempre solventes Elena Irureta y Teresa Calo, especialmente cuando doblan papeles adultos. La versión en euskera combina de forma inteligente el uso del castellano, dejando claro la consideración que la Dictadura daba a ambos idiomas.
POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias de Navarra el lunes 5 de septiembre de 2016.
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