Crítica de danza de Teobaldos en Diario de Noticias del Festival de las Murallas, en Pamplona
FESTIVAL DE LAS MURALLAS. Grupos y obras: Compañía de danza HURyCAN (Candelaria Antelo y Arthur B. Bazin).Programa: Teodiero, coreografía de ambos intérpretes. Compañía Lamajara (Daniel Rosado, Antonella Sampieri, Reinaldo Ribeiro): Programa: Innings, concepto y dirección de Reinaldo Ribero / Música de Godspeed Black Emperor y S. García Ferro. Grupo de Parkour (seis chicos) a modo de guía. Fecha: 12 de agosto de 2016. Lugar: Caballo Blanco, Barbazana, Jito Alai.Público: nutrido (gratuito).
Sobresaltos
Una de las pocas tardes apacibles de agosto propició que un numeroso público siguiera muy de cerca las evoluciones de los grupos de danza que -con sorprendentes sobresaltos- acompañaron su paseo. Son espectáculos callejeros, con históricos escenarios de fondo, austeros muros y excelsas luces de atardecer; pero, también, con la servidumbre de que no siempre se pueden apreciar cómodamente. Espectáculos que uno busca -o se encuentra- estos días en los insobornables paños de la muralla pamplonesa, que los bailarines tratan de conquistar para humanizarlos con sus cuerpos bien disciplinados y sus historias. Unos de danza vertical, otros desafiando con acrobacias las duras losas. No se puede llegar a todos, algunos se solapan, pero siempre surge la sorpresa, la calidad, el rigor y simetría de pasos de escuela, incluso con profundidad argumental -entre ese planteamiento de entretenimiento y desenfado-.
Acertó Carmen Larraz al proponer a estas dos compañías -de fuera- para la muestra. El magnífico paso a dos de Hur y Can, en el que los intérpretes narran la historia -absolutamente indisoluble- de la atracción-rechazo, del amor-odio, del encuentro-desencuentro de la pareja, gustó mucho. La realización es impecable, llega al espectador, y lo involucra, por la extraordinaria fuerza y veracidad de su desarrollo. Partiendo de un comprometedor escrutinio del público -donde está su partenaire- por parte del bailarín (Arthur), éste consigue sacarla a bailar: momentos azarosos, hasta que el respetable se da cuenta que está ante una gran bailarina (Candelaria). A partir de ahí, se pasa, sin solución de continuidad, de la agresividad al abrazo, de la violencia a la caricia, del pisotón al beso, con una fluidez y dominio de los cuerpos y de los estados de ánimo, admirables. Esos cambios de humor tan repentinos y seguidos, tan plásticos, tan bien dibujados por el movimiento, van creando en el público desasosiego y alivio, continuamente; con una realización de pasos bastante arriesgados, sobre todo teniendo en cuenta la implacable dureza de las losas, sobre las que se evoluciona sin amortiguación ninguna, midiendo al centímetro las elevaciones, caídas y molinos que se realizan.
Más críptica, pero con un aporte de enorme fisicalidad, es la propuesta de la compañía Lamajara y su obra Innings. El título hace referencia a un término del béisbol, donde anotar puntos es lo prioritario. Es la exaltación de la rivalidad entre los tres intérpretes (Daniel, Antonella y Reinaldo). Dos hombres y una mujer que crean conflictos entre los tres, sin hacer hincapié -forzosamente- al elemento triangular. Todos contra todos. Aunque, inevitablemente, surge esa otra interpretación del triángulo amoroso -que no puede ser equilátero-, y que deviene en momentos de efectiva agresividad y violencia. Surgen, en realidad, conflictos entre los tres, independientemente del elemento masculino y femenino. Con música de fondo un tanto magmática -sin mucha concreción rítmica-, hay cuerpos rotundos que se tocan y fuerzan; bella simetría en el comienzo; momentos estatuarios y de acrobacia. Todo transmite cierto desasosiego, hasta que se ponen a cantar, quizás para desdramatizar la escena. Los críos se ríen, pero no es humor, es cierto patetismo. Excelente el vestuario de Ariel Santiago: gimnástico, pero elegante.
Y un apunte para los seis chicos (parkour, llaman), que encandilaron al público con sus saltos -digamos sin red- a modo de cortinilla y guía entre los espectáculos y los escenarios: no hay esquina, barrote o palé que no aprovechen para apoyar su vuelo. La Barbazana, también sobresaltada. Otro día me ocuparé del conjunto de casa (Larraz).
Por TEOBALDOS. Publicado en Diario de Noticias de Navarra el domingo 14 de agosto de 2016.
Comentarios recientes