Crítica de teatro de Víctor Iriarte en Diario de Noticias de «Cabaret Chihuahua», de Pabellón nº 6, en el Teatro Gayarre
CRÍTICA TEATRO
CABARET CHIHUAHUA. Producción: Pabellón nº 6 y Teatro Mutante (Bilbao). Texto y dirección: Felipe Loza. Intérpretes: Iñaki Maruri, Itxaso Quintana, Quique Gago, Jon Casamayor, Irene Bau, Diego Pérez, Ugaitz Algría y Mitxel Santamarina. Vestuario: Enriqueta Vega y Fernando Arzuaga. Coreografías: Ylenia Baglietto. Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Viernes 1 de julio. Público: 450 espectadores.
Gachupines vascos
Trece creadores vizcaínos, actores mayormente pero también autores y directores, se reunieron en 2011 para dar salida a sus producciones artísticas ante las dificultades de ser programados en teatros “oficiales” de la provincia más allá de un día o dos. Abrieron su propio local para poder trabajar “temporadas”, y lo autogestionan junto con el público que ha querido asociarse a la iniciativa. Pabellón nº 6 ofrece programación continuada, y aunque es mayoritaria la vocación innovadora de las propuestas que exhiben, se atreven con cosas más comerciales y festivas como Cabaret Chihuahua.
El Gayarre ha acogido el trabajo estrenado en 2014 (el mismo equipo artístico prepara ahora Chininabo Cabaret para la Aste Nagusia de agosto). El espectáculo, stricto sensu, tiene poco del género que pregona el título, pues está bastante alejado del teatro de variedades codificado hace siglo y medio en Europa. Es un producto anfibio que reúne números musicales y esquetches con un amago de guión que le da cierta teatralidad, aunque tenga una dramaturgia endeble. Se ofrece desnudo en escena –el gasto en escenografía es cero– y con apenas un par de carras a las que se le da poco uso. La producción ha echado el resto en el vestuario y la caracterización de los personajes.
Un vasco de Durango, al que da vida Quique Gago, llega al cielo un tanto confundido tras un accidente de tráfico, donde es recibido por unos personajes inspirados en la estética de las poderosas carnavaladas de la festividad de santos y difuntos de México. Por allí pululan Monserrat Caballé, Frida Kahlo (sin problemas de movilidad), Cantinflas, Amy Winehouse, Liza Minelli o Marilyn Monroe, bastante bien caracterizados, así como otros personajes con máscaras de la lucha libre tan popular en el país. También un joven Sabino Arana metido con calzador, lo que completa el ambiente vasco-mejicano que conforma el sello del espectáculo. El accidentado pronto descubrirá que puede escoger el avatar que mejor le parezca y se convertirá en Freddy Mercury. Todo son meras excusas para interpretar partituras musicales muy conocidas, algunas con música de piano en directo y otras grabadas, y algunas coreografías sencillas, resueltas con precisión.
El tema Money de Cabaré permite hablar de la crisis económica que venimos padeciendo el último lustro, aunque las alusiones al 15-M o Lehman Brothers suenan ya lejanísimas. El guión va muy justo de comicidad, son contados los chistes verbales y se sostiene por la música y algunas parodias.
A los 45 minutos hay un descanso inesperado de 15 minutos, quizá porque en Pabellón nº 6 hay bar y la propuesta no se ha adaptado a la gira. Los espectadores reciben a la entrada un sombrerito que luego no se incorpora al espectáculo, que una vez visto da la impresión de ser un producto escrito y configurado a partir de los intérpretes que van a participar en él. El personaje (o personajes, porque algunos actores doblan) que aparece en escena se define a partir de las cualidades vocales y fisonomía del actor que lo interpreta y el director trata de dar forma a ese batiburrillo. Los ocho intérpretes son solventes como actores y buenos cantantes y sacan el mejor partido posible al repertorio seleccionado. Destacó Mikel Santamarina encarnando a una Caballé poderosa y vis cómica cuando actúa a pelo. El público, imbuido del ambiente presanferminero, aplaudió con fuerza.
POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el miércoles 6 de julio de 2016.
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