Crítica de teatro de Víctor Iriarte en Diario de Noticias de «Armado con un palo», por el grupo Teatralis, en Noain
CRÍTICA TEATRO
ARMADO CON UN PALO. Compañía: Teatralis. Autora: Yasmina Reza, adaptación de Un dios salvaje. Intérpretes: María Gastón, Pili Oñate, Ramón Elizondo y Sergio Albillo. Dirección: Pedro Izura. Lugar: Centro Cultural de Noain. Fecha: Viernes 10 de junio. Público: 80 espectadores.
Buenas maneras, instinto salvaje
El grupo Teatralis vuelve a la comedia en su séptimo montaje, pero no escoge una cualquiera, sino un texto dificilísimo para los intérpretes, pues requiere un dominio absoluto del papel para poder expresar una variada gama de registros y sentimientos, que además pasan por fases de contención y explosión. Además, exige un meticuloso pautado del ritmo de las conversaciones, el uso de los silencios y la colocación de las réplicas. Una propuesta nacida del puro placer de marcarse un nuevo reto, tras el éxito de El diario de Ana Frank, estrenado en 2014.
Un dios salvaje, de Yasmina Reza, fue el segundo gran éxito internacional de la escritora francesa tras Arte. En el Gayarre se pudo ver en 2008 interpretado por Maribel Verdú, Aitana Sánchez Gijón, Antonio Molero y Pere Ponce y hay película de Roman Polanski, con Kate Winslet, Jodie Foster, Christoph Waltz y John C. Reilly en el reparto. El montaje sigue el filme y, por ejemplo, no hay música de fondo para crear artificiosamente estados de ánimo, pues se busca dar la máxima verosimilitud a la situación.
Dos matrimonios de clase alta se reúnen en el domicilio de uno de ellos para resolver amistosamente un incidente desagradable. El hijo de los anfitriones ha sido golpeado con un palo por otro chico de 11 años en el parque y ha perdido dos dientes. Han invitado a los padres del agresor para pactar un texto que presentar al seguro médico y, como son personas sensatas y civilizadas, desean zanjar el asunto de la mejor manera posible. Pero pronto surgen los roces y se descubre una madre dominante y controladora, interpretada por Pili Oñate, que exige una disculpa. El primer choque de trenes surge con el otro padre, un abogado machista y adicto al trabajo (interpretado por Sergio Albillo), que ha acudido obligado por su esposa y al que, en el fondo, se la suda el incidente. Son dos matrimonios en crisis que fingen una normalidad que no viven y el encuentro desvela sus miserias, lo que da lugar a réplicas divertidas, que colocan muy bien Albillo y Ramón Elizondo.
Los primeros veinte minutos de la representación son excelentes, con esos dos matrimonios fingiendo unas maneras florentinas mientras el público percibe la tensión reinante en el salón. Los silencios nerviosos, los diálogos de besugo y las enervantes conversaciones telefónicas del ejecutivo capullo están muy bien pautados por el director. Los cuatro intérpretes logran transmitir una verdad escénica que subraya María Gastón vomitando en escena, momento en el que llega bien al público la sensación de incomodidad, vergüenza ajena y fastidio que todos hemos vivido alguna vez. Después se desatarán reproches e insultos, momentos más complicados interpretativamente, que resultaron más artificiosos y no alcanzan el mismo nivel de los diálogos iniciales.
El principal lastre de la propuesta es que no se ha perseguido un crescendo dramático, sino que la obra avanza en picos de tensión-bronca y calma, con lo que entra en un bucle repetitivo que tiende a la monotonía. La madre del niño agredido no logra derrumbarse y llorar en escena, como pide el texto, y las tensiones de pareja piden menos griterío entre ellos y más hostilidad subterránea. Un trabajo en cualquier caso meritorio, muy bien vestido, que denota el compromiso del grupo por el teatro textual de calidad.
POR VÍCTOR IRIARTE. Publicado en Diario de Noticias el lunes 13 de junio de 2016.
Comentarios recientes