Crítica de teatro de Víctor Iriarte en Diario de Noticias de «Pocahontas. El musical», en el Teatro Gayarre
CRÍTICA TEATRO
POCAHONTAS. EL MUSICAL. Producción: Barceló Producciones (Madrid). Libreto: Alejandro Olvera y María Pareja, a partir de la película de Walt Disney. Dirección: María Pareja. Intérpretes: David Albaladejo, Íñigo Asiain, Rafa Casette, Isabel Cristóbal del Río, Teresa Lozano, Martín Maez, Patricia Manzano, Sara Martín, David Ortega, Óscar Piñero, Diego Ramírez, Alejandro Ramos, Blanca Rivera y Jordi Serra. Diseño de vestuario: Sergio López Moreno. Coreografías: Javitxu González Serrano. Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Martes 29 de diciembre. Público: Lleno (sesión matinal).
Poca chicha
Es difícil encontrar en el mercado teatral producciones para público familiar que “llenen” un escenario como el del Gayarre, puesto que es el formato pequeño, de dos o tres actores como máximo, lo que abunda. Con esta Pocahontas sucede todo lo contrario, porque hay hasta 14 intérpretes, pero nunca tanta inversión ha conseguido un resultado artístico tan mediocre. Y eso que la productora cuenta con bazas muy atractivas: una historia popularizada por la película de Disney que logra llenar las dos funciones programadas, y un formato que funciona estupendamente con el público menudo como es el musical.
La representación sigue en líneas generales el relato cinematográfico y respeta ese mensaje de encuentro de dos mundos antagónicos: el occidental sediento de codicia, y el nativo, respetuoso con el entorno natural, que por lógica tienen que chocar. Pero no hay una adaptación inteligente, esto es, que sepa traducir el guión a las potencialidades que ofrece el teatro –intimidad, emoción, poesía– en vez de tratar de imitar a lo basto la espectacularidad que ofrece el lenguaje cinematográfico –escenarios múltiples, acción continuada, grandes batallas–, donde siempre el teatro está en desventaja y corre el riesgo del ridículo. Los diálogos son además pobretones y no permiten caracterizar bien a los personajes (salvo al malvado) ni el lucimiento en momentos dramáticos y la dirección de actores, especialmente en las escenas de grupo, es deficiente. Los intérpretes son desiguales, aunque los actores que encarnan los principales papeles, Pocahontas y John Smith, tratan de insuflarles energía. Los fallos de papel del jefe indio provocaron las risas del público adulto en un momento dado, aunque mostró vis cómica en algunas réplicas improvisadas.
Los temas musicales, 12 en total, se cantaron en su mayoría en play-back, por lo que sonaron bien en el patio de butacas, y los actores lograron sincronizar con precisión su movimiento labial, aunque siempre es un demérito esta fórmula. Las coreografías que les acompañaban fueron desiguales, las hubo más complejas y otras torpes. El programa de mano prometía un “espectacular” vestuario y “números aéreos” que no se vieron. En resumen, poca sustancia en esta Pocahontas. Al día siguiente, el mismo escenario acogió un Pinocho que, dicho en lenguaje parlamentario, fue una enmienda a la totalidad.
POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el domingo 3 de enero de 2015.
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