La temporada octubre 2015-enero 2016 de Fundación Baluarte llega a su ecuador este miércoles, día 2 de diciembre, a las 20 horas, con su segunda propuesta de danza: el Ballet del Gran Teatro de Minsk presentará Giselle, «la joya del ballet clásico y una obra maestra del romanticismo por su concepción dramática y coreográfica».

Amor, muerte y fantasía son los motivos argumentales de Giselle, ballet que toma el nombre de la mujer que ama demasiado, dispuesta a enloquecer y morir de amor y dispuesta a amar incluso después de la muerte.

Respecto del ballet, se puede afirmar que es el tercero más antiguo que está en el repertorio y se sigue bailando. Giselle es la obra maestra del ballet romántico junto con La sílfide. Es de 1841, para entonces hacía ya una década que se había popularizado el baile en puntas. Es el primero que tiene una gran partitura musical, obra de Adolphe Adam, y primera que se compone específicamente para un ballet. No había precedentes. Hasta poco antes, los ballets eran parte de las óperas, una especie de intermedios.

La originalidad de la partitura hace que exista una unidad dramática y coreográfica, gracias a los leitmotivs de los personajes y las situaciones. En Giselle la danza es el tema, pero también el medio fundamental de contar la historia. Jules Perrot logró utilizar el baile en el segundo acto para contar la historia en detrimento de la mímica, que era lo que se usaba más a menudo. Se basa en una antigua leyenda alemana recogida por Heinrich Heine que luego dramatiza el escritor francés Theophile Gautier, la historia de una chica campesina que adora el baile y que es seducida por un príncipe disfrazado de lugareño. Ella muere de pena en un arrebato de locura cuando descubre que el chico está prometido y tiene novia. En el segundo acto, él, arrepentido, acude a su tumba y es rodeado por las willis, espíritus vengativos de antiguas doncellas engañadas. En esencia, son unas vampiresas que por las noches buscan a los malvados y les hacen bailar hasta morir. En el segundo acto, el príncipe Albrech se salvará por el amor de Giselle, ahora convertida en willi.

Es un ballet romántico a más no poder, con un contenido muy nacionalista y colorista en el primer acto, cuando la pareja protagonista se conoce; y tenebrista, onírico e irreal en la puesta en escena del segundo acto, fantasioso en el argumento y un punto exagerado en las emociones. Respecto de los bailarines, señalar que el hecho de que la misma bailarina protagonizase a Giselle viva y a su espíritu fue novedoso en la época y muy acorde con la dualidad romántica. Carlota Grisi, la bailarina que lo estrenó, fue la estrella del momento. Hay que subrayar que los dos bailarines protagonistas, Albert y su rival, el guardabosques, que tienen papel, porque poco después y durante sesenta años, el gusto hará que el hombre pierda protagonismo en el ballet y va a ser un mero porteador de ellas, las auténticas estrellas.

Lo coreografiaron los dos artistas del momento: Jean Coralli y Jules Perrot y nos llega en la versión retocada de Marius Petipa en San Petersburgo.

LA COMPAÑÍA. El Ballet del Gran Teatro de Minsk, uno de los tres únicos teatros a nivel mundial con el título Bolshoi (Grande), ya visitó con gran éxito Baluarte a finales de 2012 con La Bayadera. Fundado en 1920, el Ballet dirigido por Uriy Troyan desde 2009, ocupa en Minsk un espectacular teatro recientemente reformado, donde trabajan más de 1.200 personas entre artistas de ballet, ópera, orquesta, administración y personal técnico.

La compañía tiene un extenso repertorio que incluye los más importantes títulos de ballet de todos los tiempos. En los últimos años han visitado más de 30 países de todo el mundo.