CRÍTICA TEATRO

CUENTOS DE OROAutora y dirección: Patricia del Amo. Intérpretes: Darío Galán, Pablo James, Raquel Correa, Rubén Pérez y Patricia del Amo. Vestuario y construcción de muñecos: Patricia del Amo. Música: David del Amo Curiel. Coreografía: Cristina Calleja. Producción: Escaramuza Teatro (Valladolid). Lugar: Olite. Casa de Cultura. Fecha: Viernes 31 de julio. Público: Cien espectadores, media entrada.

Verso para niños

El Festival de Teatro Clásico ha dedicado un hueco a los espectadores más pequeños, con un montaje que reúne cuatro historias cogidas un poco con calzador pero que logró  entretener a los niños durante una hora larga. Estaba programado inicialmente para el Patio de Armas, donde cualquier espectáculo frente al telón de foro que conforman las piedras medievales hace que todo montaje luzca más, pero la lluvia obligó a trasladar la función a la Casa de Cultura de la localidad, que dispone de un pequeño auditorio más útil como sala de conferencias que efectivo para una representación teatral. El grupo superó las estrecheces del escenario, la escasa altura del techo y la limitación de disponer de tan solo 8 focos para iluminar escenas que requerían de efectos continuados y distinción noche-día y pudo ofrecer su montaje más o menos cercano a como está concebido. Muy meritorio debido a las dificultades de mover carras con escenografías y marionetas de gran tamaño. El esfuerzo por no suspender la función es de agradecer.

Tiene como detalles interesantes la pieza que ofrece cuentos tradicionales castellanos, un fragmento de El caballero de Olmedo (mal encajado y sin cierre, lo que resultó un tanto desconcertante) y añadidos de categoría que siempre gusta escuchar, como el soneto sobre el amor de Lope de Vega (Quien lo probó, lo sabe). La historia que hila todas ellas es la de un niño que sale de casa por primera vez a los 20 años, tras superar una maldición dictada al nacer. El chico es ingenioso por haber leído mucho de niño. Al final de la aventura, logra hacerse rico tras vencer a un fantasma en Medina del Campo y consigue a su amada. El texto es en verso, con momentos felices y otros menos, y puede ayudar a los niños a familiarizarse con una técnica que brilla en nuestro mejor teatro clásico.

Lo mejor del espectáculo es el esfuerzo por captar la atención de los pequeños utilizando una variada cantidad de recursos, que van desde las marionetas de gran tamaño, algunas muy simpáticas, a las proyecciones de sombras chinescas, un baile tradicional y una pegadiza canción –¿Quién le pone el cascabel al gato?–, que cantan cuatro ratones y los niños continúan tarareando al acabar la función. La historia de Gonzalo y Jimena es la mejor dramatizada y está por encima de los cuentos,  expuestos de forma narrativa. Al desarrollarse en la segunda parte de la representación, el conjunto deja un buen sabor de boca.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el lunes 3 de agosto de 2015.