El director, actor y producción de La crítica del amor. Fiesta cantada contesta a la crítica que he escrito. Aquí reproduzco su carta, para que no se diga que no se promueve la libertad de expresión.

Mi crítica se puede leer pinchando aquí.

El título de la carta es

El que no sabe ni ama, no ve

La crítica de Víctor Iriarte de nuestra fiesta cantada, La Crítica del Amor, estrenada en el Festival de Olite el pasado miércoles 22, contenía una larga serie de inexactitudes que me parece necesario, como productor y director, rectificar.

Sostiene el crítico que no conocemos lo publicado sobre cómo eran las fiestas cantadas en el Siglo de Oro, que nuestra visión del mismo no puede nacer más que de la ignorancia, y que desconocemos los códigos teatrales básicos. Hubiera bastado con que Iriarte se hubiera molestado en preparar su crítica adecuadamente y hubiera leído el dossier de la obra, de más de cuarenta páginas, disponible en la red desde hace meses, donde se explican nuestras elecciones, y se incluye una bibliografía selecta (desde el maestro Ruiz Ramón a las profesoras Flórez y Cháves), o hubiese visto los trailers de la obra, ilustrados con citas eruditas a modo de críticas… Además de contar con el respaldo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, La Crítica del Amor sube al escenario a varios jóvenes especialistas en el Siglo de Oro, de la Autónoma y la Complutense; sin olvidar al propio Ignacio Rodulfo Hazen, asesor historiográfico y musical de la producción, cuyas prácticas externas del Máster Universitario en Historia de la Monarquía Hispánica (UCM) fueron precisamente su participación como asesor y codirector musical de la obra (suyos son los magníficos prontuarios sobre el Siglo de Oro que pueden encontrarse también en nuestra página: forthefunofit.es). He tenido el placer de ser su tutor en dichas prácticas y algo sé a mis 44 años sobre el Barroco, los musicales, el cine y el teatro, por mi trayectoria como profesor, crítico y escritor; sé lo suficiente como para ver las carencias formativas de Iriarte, que le hacen creer que hemos cambiado los ritmos de las canciones y por eso “suenan todas igual”, que los tres lindos van vestidos del XVIII (basta consultar los preciosos volúmenes de Descalzo y Colomer, o visitar los museos del mundo; tan sólo quise incluir la licencia de los tacones rojos: guiño al joven Luis XIV, quien quiso imitar el esplendor teatral de la Corte de Felipe IV de la que venía su madre, y que desde luego sigue siendo el siglo XVII), o despreciar las danzas; desconocimiento, en fin, que le hace perderse las docenas de detalles que justificarían más bien que nos acusara de ser excesivamente ortodoxos.

Pero el que no sabe ni ama, no ve. Gracias por aclararnos que el Bosco es del Renacimiento, “ajeno al contexto áureo” (sic): uno creía que el Barroco incluía la época anterior (por eso, por ejemplo, la Virgen de las chicas en la obra quise que fuera renacentista y no barroca: tiene más sentido; la mala ambientación es toda de la misma época); es la diferencia entre lo histórico y el lamentable historicismo. Prosiga con sus desahogos con esa crítica que enjuga viejas heridas del que la escribe con sangre ajena, pero, por favor, no deje que su falta de conocimientos se confunda con sus gustos. Por cierto, For The Fun Of It es productora (no compañía), no un grupo de aficionados, y salvo yo, que ya soy mayor, el elenco es de jóvenes, pero jóvenes profesionales que sí se preparan antes de cada trabajo.

ANTONIO CASTILLO ALGARRA. El autor es productor y director de ‘La Crítica del Amor’