CRÍTICA TEATRO

Enriquecido. Monólogos e interpretación: Enrique San Francisco y Denny Horror. Lugar: Casa de Cultura de Burlada. Fecha: Viernes 10 de octubre. Público: 800  espectadores. Lleno.

Cueces y enriqueces

La tradición del monólogo cómico –un actor enfrentado al público interactuando con él– es antigua, allí donde el show se configura por la adición de elementos: momentos musicales, esquetches, variedades. Se puede rastrear en la revista española, el cabaré europeo o los espectáculos de vodevil, donde un maestro de ceremonias animaba con chistes los intermedios entre número y número. Se hace grande con la aparición de la radio y, después, en la televisión. Pero es en la década de 1970 cuando cristaliza en Estados Unidos como un género teatral independiente, con la denominación de “stand-up comedy”, nombre que hace referencia al cómico de pie, solo en el escenario, con un micrófono como único asidero. Su peculiaridad no está en que se populariza en clubes y bares con nocturnidad ni tampoco que los guiones sean para “adultos” (al principio, el público sólo era masculino) y corrosivos. Lo que lo diferencia la “stand-up comedy” de todo lo anterior es que no es un monólogo que hila chistes más o menos graciosos, sino que se busca el humor observando la realidad del propio intérprete o de su guionista, los hechos cotidianos a los que se enfrenta. Él les encuentra una comicidad y un componente ridículo que los demás ciudadanos no hemos terminado de ver y que hace que, contándolos con gracia, estallemos en carcajadas.

El abecé del “stand-up comedy” lo encontramos en la película Punchline (David Selzter, 1988), distribuida en España con el título Lo que cuenta es el final. Tom Hanks enseña a Sally Field las claves y trucos del género, cómo te llega la inspiración y qué es lo que hace o no divertida una actuación. La serie de televisión Seinfeld, emitida entre 1989 y 1998, lo popularizó en todo el mundo. Parodia la vida del cómico judío Jerry Seinfeld y sus amigos, a los que les suceden distintas peripecias, por supuesto ficticias. Todos los capítulos terminan igual: lo que han vivido o padecido en su día a día es transformado por la noche en monólogo cómico.

En España se hizo popular con el siglo gracias al programa El club de la comedia, que ha dado nombre al género, aunque no siempre se ha entendido bien. Muchos números siguen siendo una sucesión de chistes más o menos afortunados. Tuvimos oportunidad de comprobarlo en la Casa de Cultura de Burlada sin patio de butacas, con público de pie y barra de bar, como en un concierto de rock. Denny Horror, el telonero, hizo un monólogo vitriólico, crudo en lo sexual y políticamente incorrecto (se atrevió hasta con Martin Luther King o Ana Frank) y muy efectivo, pero su actuación no dejó de ser una sucesión de chistes. La estrella de la noche, Enrique San Francisco, sí demostró dominar los resortes del “stand-up comedy”. Personalizó todo su relato trasladando sus problemas ahora que se puede uno hacer popular sin haber pegado un palo al agua. “Yo fui a Sálvame y tuve que pedir disculpas por haber trabajado algo en mi vida. Cualquier día me ven en una parada del bus con José Bretón y la gente gritará: ‘Mira, dos famosos’”, ironizó. Su relato acompañando a su pareja de compras en un centro comercial fue hilarante. Explicó que se le ocurrió el título tras ver el anuncio del “cueces o enriqueces”. “Yo me he cocido muchas veces, así que pensé que ahora podía intentar lo segundo”. Hace muy bien las dos cosas y el público se lo pasó pipa.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el lunes 20 de octubre de 2014.