Crítica de «La banda sonora de Lázaro», con Pedro Miguel Martínez, en el Festival de Teatro Clásico de Olite
LA BANDA SONORA DE LÁZARO. Compañía: Cantera Producciones. Autor: Antonio Serrano basada en el Lazarillo de Tormes. Dirección: Antonio Laguna. Intérprete: Pedro Miguel Martínez. Música: Banda Municipal de Olite. Lugar y fecha: Escenario de La Cava, Castillo de Olite. 18/07/14. Público: Lleno.
La banda sonora del hambre
España, años cuarenta. Lázaro González, actor y cantante, recorre los pueblos de la península para llevar el entretenimiento y la alegría, que tanto escasean y tanta falta hacen, y ahuyentar, aunque sea por un breve rato, los pesares y la miseria, que siempre sobreabundan y ahogan como la mala hierba los brotes verdes de esperanza. Lo hace, lo de entretener, cantando sus canciones y contando historias que diviertan a la concurrencia, aunque sus protagonistas no puedan presumir de tener una vida bienaventurada. Pero el mecanismo funciona siempre que la historia sea interesante y esté bien narrada. La materia prima es inmejorable: hecha la introducción del espectáculo, Lázaro González se despoja de su blanca americana de vocalista, se encasqueta un sombrero raído de alas torcidas, y queda ante el público como otro Lázaro; el nacido hace cinco siglos no en las orillas del Tormes, sino en el mismo río; aquel que también paseó su hambre y su desdicha por muchos pueblos de España: el inmortal Lazarillo.
Precisamente por ser inmortal, a nadie debería sorprender que el personaje haya pasado por todos los siglos que ha habido desde el de Oro hasta reaparecer mediado el XX. Ni, por la magia del teatro, que el espectador actual retroceda varias décadas hasta producirse el encuentro con aquel. Este último salto es producto de la convención del género y no requiere más labor. Pero el primero, el del personaje, tal vez sí que podría haberse explorado más desde un punto de vista textual. Quiero decir, que la identificación entre ambos Lázaros no va más allá de la coincidencia nominal. No hay un desarrollo narrativo de este punto de partida. El Lázaro moderno cuenta la peripecia de su tocayo antecesor, y queda a decisión del espectador la fusión de ambas figuras. No se da este ejercicio metaliterario (como sí sucede, por ejemplo, en el Ñaque, de Sanchis Sinisterra, que también podrá verse en este Festival de Olite), y tampoco pretendo decir que sea necesario. Simplemente, es una posibilidad no tanteada, aunque la obra pueda disfrutarse igualmente sin ella. Lo que sí me resulta más difícil de asumir son los discursos críticos con la situación social que el personaje de Lázaro González, el cantante, realiza para abrir y cerrar la pieza. Ni en broma podrían haberse dicho esas palabras en público en los años cuarenta. Por mucho que ese pretenda ser el mensaje de la función, rompen por completo la verosimilitud de la propuesta. Creo que un sermón laudatorio en el que pueda detectarse una intención irónica habría resultado más propio del momento y habría cumplido igualmente su misión.
Aparte de este pequeño punto negro, poco más puede reprocharse a La banda de Lázaro. Pedro Miguel Martínez es un actor avezado y todoterreno que sabe cómo desenvolverse en soledad sobre un escenario y dar vida al Lazarillo y a su cohorte de amos, amén de a otros personajes que pueblan las páginas de esta novela picaresca. Realiza una interpretación contenida, apuntando matices sin subrayados excesivos allí donde la situación lo requiere.
¿He dicho “en soledad”? Mal empleo esa expresión. Más bien lo hace bien acompañado: sobre el escenario, la Banda Municipal de Olite pone música a las desventuras de Lázaro, matizando melodiosamente los borborigmos de su estómago hambriento. Lo hace con las canciones que habría podido conformar el repertorio de una orquesta en la posguerra española, años también de hambre: Rascayú, La casita de papel, Angelitos negros. Canciones cuyas letras vienen además bien traídas por el relato de Lázaro (y cuando no, se adaptan con gusto, como en la versión de A la lima y al limón). Canciones tan conocidas como la propia historia del protagonista, que contribuyen a cimentar un espectáculo entretenido y bien presentado.
Pedro Zabalza en Diario de Noticias. Julio 2014.
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