- by Victor Iriarte Ruiz
- on 21st octubre 2011
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Así nos luce el pelo: Sobre los Conciertos escolares, artículo de Fernando Palacios
Un aire de novedad
«Nada es comparable a salir de la escuela para asistir a un concierto. Sobre esa ruptura de la rutina escolar planea un aire de novedad e ilusión que inyecta vigor y abre perspectivas de felicidad.
Una salida extraescolar a un concierto no es simplemente un paréntesis en la uniformidad diaria, sino que representa la transformación de una mañana cualquiera en una burbuja de tiempo de imprevisibles consecuencias. Del aula a la sala de conciertos, de la estancia diaria a un espacio especializado en alojar arte sonoro y en concitar los misterios del tiempo. Porque un auditorio no es un museo donde se exhiben obras a los paseantes, no es un parque temático de diversión perenne y hueca, ni tampoco una tele gigante con licencia para matar, sino un recinto donde se fabrica la obra de arte al instante (la “oímos” nacer, vivir y morir), un espacio en el que todo se dispone en función del oído y del tiempo (el volumen de aire, los materiales de las paredes, el tamaño del escenario).
Entramos y todo cambia, pasamos de los ruidos de la calle y el autobús al espacio silencioso que albergará los sonidos de la orquesta. Y una vez dentro, se levanta el telón del rito. El público (niños, jóvenes, familias) se sienta, cambian las luces, sale la orquesta, el presentador, se hace el silencio, llega la afinación, el director sube al podio, el cuento comienza, la música suena, los relojes se paran. El cuento atrapa nuestra atención, la música nos arrastra.
Atraer o distraer, esa es la cuestión. Atraer: seducir, embelesar, hipnotizar, encandilar, fascinar, hechizar… Distraer: entretener, divertir, amenizar, bromear, desviar, alejar… Quienes nos encargamos de organizar y programar conciertos didácticos debemos elegir por cual de estos dos verbos nos queremos dejar conducir: bien por proponer rampas de acceso a la música que nos lleven a concentrarnos en su lenguaje y a disfrutar de su expresión; o bien por colocar cortinas de humo que diviertan al público mientras la música se mantiene al margen.
Plataforma o artificio, dentro o fuera. Los cuentos musicales aspiran a entrar en la primera de estas categorías, en la de atraer la atención hacia la música, sin tener que llevar al público por gratuitas autopistas de entretenimiento ni por atajos o senderos que obvian el propio arte de los sonidos.
Ésta es la fórmula educativa que en estos últimos doce años de Conciertos Escolares y en Familia en Navarra hemos querido transmitir. Nuestro objetivo nunca ha sido convertir la sala de conciertos en un lugar de mero pasatiempo, sino en una estancia en la que se pueda vivir el arte en toda su dimensión.
Intentamos aliviar, dentro de nuestras pequeñas fuerzas, el efecto narcotizante que los medios de atontamiento y comunicación ocasionan a la sociedad con su dañino espejismo de distracción. Y nada mejor para mitigar estas contingencias que la música».
Fernando Palacios
Asesor del programa
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