CRÍTICA TEATRO

Tres árboles de piedra. Autora y directora: Ana Maestrojuán. Intérpretes: Asun Abad, Iratxe García Úriz y Leire Ruiz. Producción: Producciones Maestras (Navarra). Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Sábado 26 de abril. Público: Lleno (representada en el escenario, con aforo reducido).

Misterios del limbo

En un momento ya avanzado de la función, cuando uno de los personajes se vuelve a sorprender por algo, el personaje de la Papisa Juana le contesta: “Misterios del limbo”. Sin más explicación. Y está bien respondido. Colocar en el limbo a tres personas, dos de las cuales existieron en la realidad y son conocidas por el público porque en vida alcanzaron fama y notoriedad, permite cualquier licencia. El público no puede exigir responsabilidades por haber reunido en una situación imposible a Eva Perón, Eva Braun (esposa de Hitler) y a una supuesta Papisa, leyenda del siglo IX, y dar la forma que quiera al diálogo entre ellas. La respuesta de Juana tiene algo de autodefensa autoral, de comodín que se guarda la escritora ante posibles quejas por su soberana decisión de proponer ese juego, definir tres caracteres como se le ha antojado y ponerlos a dialogar a su capricho sobre lo divino y lo humano. De acuerdo, se acepta.

El problema es que Tres árboles de piedra quiere ser teatro y debería haber seguido algunas reglas mínimas de dramaturgia. Y no. Aunque en escena se discute mucho, no hay de verdad conflicto y el que tenía más posibilidades –el papel de la mujer cerca del hombre con poder– carece de desarrollo. Y por eso los diálogos no conducen a ninguna parte, ni aclaran porqués, ni los paraqués de la propuesta. (Y para cuando surge esa cuestión, es evidente que el personaje de la Papisa está tan de más en la obra que al poco la autora lo pone a dormir).

Se habla pero no se dialoga; los personajes se pelean, pero no interaccionan: salen como han entrado. También el público. No se nos propone una visión paradójica que nos haga reflexionar o revisar algún punto de vista previo, que es lo que uno esperaría. Hay muchísima información (y prolija, estamos ante una Wikipedia sobre las señoras, de datos en general conocidos) pero nunca lleva a nada. Y eso que por boca de las actrices la autora expone sus ideas sobre política, historia, filosofía, la religión, el compromiso, la responsabilidad moral, el rol del hombre y hasta sobre los críticos (anotado queda).

Más cosas inexplicables: si el público sabe a lo que va, porque se deja claro en la información previa que recibe el espectador, sobran los diez primeros minutos, el tiempo que tarda Evita en aclararse. Las tres mujeres murieron a los 33 años, pero eso tampoco da ninguna clave. El programa de mano dice que el limbo es “un mundo entre los vivos y los muertos” (suspenso en teología) y que la obra ofrece humor irreverente y ácido. No se percibe, más allá de algunas réplicas ingeniosas y de la escatológica primera escena, que desmerece del resto.

Leire Ruiz e Iratxe García son buenas actrices, se nota que han trabajado sus personajes cotejándolos con las imágenes e información real y los conducen con profesionalidad. Y eso que no tienen fácil el cambio de emociones, pues cuando cada  asunto se agota, deben reaccionar ante una música chillona y cambiar el chip, porque nunca dejan la escena. Salvan muy dignamente incluso el momento más delicado de la función, único en que la obra desbarra, cuando cantan No llores por mí, Argentina. La iluminación de Koldo Tainta y el espacio sonoro de Iñaki Rodríguez son excelentes. También el vestuario.

POR VÍCTOR IRIARTE. Publicado en Diario de Noticias el lunes 28 de abril de 2014.