COMPAÑÍA FAIZAL ZEGHOUDI. Programa: Delito de fuga con coreografía de Zeghoudi y música de Chemirani, Ionatos, Houria Aichi y Samir Tahar. La Consagración de la primavera: Zeghoudi / Stravinsky. Programación: Fundación Gayarre del Ayuntamiento de Pamplona. Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: viernes 4 de abril de 2014. Público: media entrada.

Primavera árabe

La Fundación Gayarre sigue con la deliciosa tradición de recibir la primavera con una nueva versión coreográfica de la ritual, rotunda, y liberadora Consagración de Stravinsky. En esta ocasión, más liberadora que nunca, porque Faizal Zeghoudi enmarca el supremo sacrificio de la elegida (en este caso elegido) en la lucha por la independencia de dos pueblos: el árabe, de donde procede el coreógrafo, y el colombiano, que aporta los bailarines y el encargo de la Academia de Bogotá para celebrar la independencia del país. Es igual. Se trata de recuperar la tierra, el espacio de libertad, que han conquistado otros. Zeghoudi cuenta con buenos y entregados bailarines, con predominio masculino (una mujer y seis hombres), que aportan una especial reciedumbre a los tramos más de bravura de la partitura; son, sin duda, los momentos más brillantes de una coreografía muy lograda en lo rítmico, y algo menos en los pasajes más líricos. El comienzo, sin música, muestra a los bailarines en pasos de suelo, simétricos y bien realizados, muy apegados a la tierra -su tierra-; a partir del arranque de la música se van desarrollando las escenas -algunas de volteretas y cierta violencia- que pujan por recuperarla. La coreografía obliga a los intérpretes a una acción continua, muy bailada, con densa fisicalidad entre los cuerpos, que, en muchos tramos evolucionan en complicadas simetrías, bien realizadas, bien cuadradas en la cercanía y el intercambio de sudores; con ocupación del escenario por grupos (4y3 – 1y6, etc.), que reproducen la también extraña agrupación instrumental de la orquesta de Stravinsky, que parecen luchar, por familias, unas contra otras. Hay pasos sublimes, por ejemplo el salto con giro del grupo de bailarines, con un eje perfecto y un vuelo matemático, de escuadrilla de aviones de caza. O el solo del elegido-héroe-víctima, del final, con algunos pasos algo feistas, pero que transmite la emoción del moribundo. No es una coreografía perfecta; pero la música no se la come; sabe interpelar y ordenar su caos.

Zeghoudi abrió la velada con una reivindicación personal de su pasado argelino, un tanto sepultado por la educación francesa, con su obra Delito de fuga. Tiene dos partes, una muy ritual, de movimientos elegantes inspirados en el folklore árabe; y la segunda, de pura danza contemporánea. Ambas en un perfecto paso a dos masculino, lleno de movimientos corporales bien cerrados, potentes, algunos sin música (y algunos desconcentrados por un inoportuno móvil). Todo muy bien ilustrado por músicas (e intérpretes) que también quiere recuperar: iraní, griega, bereber y argelina. Música que va desde la más pura canción árabe, hasta una muy rítmica y dura fusión. Y es que las coreografías de Zeghoudi van muy pegadas a la música… y al silencio. Fueron todos muy aplaudidos.