Kirmen Uribe (textos y voz), Mikel Urdangarin (guitarra acústica y voz), Rafa Rueda (guitarra eléctrica, voz y mandolina) y Bingen Mendizabal (violín y teclados), junto al ilustrador Mikel Valverde, ofrecen hoy Jainko txiki eta jostalari hura (Un dios pequeño y juguetón), una aventura que ahonda en el jumelage poético-musical y que se puede ver hoy, en formato de concierto, en el Teatro Gayarre de Pamplona.

La actuación tendrá lugar a las 20.00 horas y los precios de las entradas son 8, 12 y 15 euros, en función de la zona elegida.

El proyecto hunde sus raíces en el disco libro del mismo nombre y, yendo todavía un poco más allá en el tiempo, en aquel primer proyecto conjunto que desarrollaron en 2003, Zaharregia txikiegia agian (too old, too small maybe). Kirmen apuntó, respecto al título, Un dios pequeño y juguetón, que nace de un poema «que le escribí a mi mujer cuando me dijo que no le gustaban sus lunares y se planteó quitárselos. Yo le dije que eso no podía ser y le escribí este poema erótico, y de momento ha surtido efecto (risas). Pero desde este título abarcamos ya todo el proyecto; de hecho, Mikel se plantea muchas quién es ese Dios pequeño y juguetón… No es tal vez el ser humano».

Este ambicioso trabajo, resumió Uribe, «parte de los textos que yo fui enviando tanto a Rafa como a Mikel, y ellos fueron seleccionando; así que digamos que ha sido un trabajo en grupo». ¿Y de qué hablan esos textos? «De lo que es la poesía. Y la poesía no es otra cosa que el ser humano frente al mundo. No me atrevería a decir que es un trabajo optimista, más bien diría que es vital o vitalista, que quiere abrazar a la vida aunque ésta te haga mucho daño, te castigue o te provoque muchísimas heridas. Son textos que hablan de la situación actual de Euskal Herria, del euskera… Pero también, y siempre desde el punto de vista del individuo, hablan de la amistad, de la pérdida, de la muerte; de hecho una de las piezas mas bellas es una elegía a la pérdida de un amigo. Pero también está el otro lado, el amor, reflejado en una pareja que, en pleno invierno, se ama dentro de un coche, demostrando que aunque las condiciones sean muy malas prevalece el cariño. Y, por supuesto, hay mucha ironía, algo que creo era muy importante en estos textos… y en la vida también, porque si nos reímos de nosotros mismos… En resumen, los textos abarcan todas las facetas de la vida diaria de un vasco».

Por su parte, Mikel Urdangarin, tras hacer un guiño a su compañero Kirmen preguntándose si realmente los textos abarcaban todas las facetas, explicó que «Un dios pequeño y juguetón es una especie de contradicción, ya que los dioses no son pequeños ni juguetones, sino todo lo contrario. Entiendo que ese dios pequeño es el ser humano enfrentado a su entorno plasmado, en este caso, en los pensamientos de Kirmen a los que nosotros les hemos puesto banda sonora. Creo que él ha sido muy valiente en este sentido al enseñar su pensamiento sobre asuntos que no son fáciles de encarar. En este sentido ha sido un ejercicio muy bonito intentar buscar el traje más adecuado para cada tema, ya que, al fin y al cabo, una canción tiene la misión de que las letras despeguen del papel, vuelen y se posen en otro lugar; y ese lugar tiene que ser otra persona».

En el concierto, el cuarteto buscará «con premeditación y alevosía que las palabras, a través de la música, construyan ese puente mágico mediante el cual creas una emoción en la persona que escucha, capaz incluso de romper ese cemento que todos llevamos dentro». Urdangarin, con los pies perfectamente cimentados en el suelo, también quiso hacer hincapié en la fortuna que significa poder realizar un gira «rica tanto en conciertos como en los lugares en los que la vamos a realizar. Debemos ser conscientes de ello y transmitirlo».

El rockero del trío, Rafa Rueda, fue el encargado de echar la vista atrás, de hacer referencia a las raíces más profundas de esta particular compañía del anillo. «Hace diez años, cuando hicimos el disco anterior, casi nos vino encima sin darnos cuenta… Cuando viajamos a Nueva York por primera vez no éramos conscientes de lo que iba a suceder y, sin enterarnos, entramos en un estudio. En esta ocasión ha sido diferente, porque los cinco decidimos hacer algo de nuevo juntos. En este sentido, lo más difícil para mí era recuperar la chispa que tenía el primer trabajo, que aun siendo algo muy desnudo y con una producción austera, tenía esa chispa…». Rueda apuntó, respecto al proceso de trabajo, «que primero funcionamos vía e-mail y, cuando cada uno tuvo claro lo que podía aportar, ya en la fase de ensayos, se vio claramente que las cosas funcionaban con claridad, que había ganas y actitud. Una vez en el estudio, con este disco hemos querido subir un peldaño en cuanto a producción y sonido, del que estamos muy contentos porque hemos conseguido esa chispa».

Finalmente, Mikel Urdangarin fue el encargado de especificar realmente qué es lo que se va a encontrar el público en el Gayarre. «Es un concierto, es música… Incluso los poemas de Kirmen, que son minoría dentro del espectáculo, están colocados como si fueran canciones. No estamos inventando nada, pero de esta forma facilitamos la conexión del público con los poemas al concebir el espectáculo como si de un concierto se tratara». En el mismo sentido, Kirmen apuntó que «antes, con el anterior disco-libro, eran tres músicos sentados y yo de pie; y ahora somos cuatro, y todos de pie. El formato de ahora es un paso adelante, somos un grupo, ya que no existe ese salto entre poema y canción… Por ejemplo, Lou Reed tenía canciones en las que recitaba y otras en las que cantaba. Estos conciertos son musicales pero la palabra, el contenido, tiene mucha importancia, yo lo definiría así».